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Las Carrilleras de Adelita

Periodismo de Paz

Rieleras y juanes, la realidad de los estados ha demostrado, en mayor o menor medida, que la problemática de violación a los derechos humanos de los migrantes los han rebasado. La concepción de diferencia entre los mal entendidos sentimientos nacionalistas y el temor hacia los considerados “los otros” que derivan en la exclusión es más o menos generalizada.

Las medidas verticales de los gobiernos hacia la población no fluyen ni devienen en la comprensión de la mayoría de las personas de las condiciones que enfrentan las personas migrantes. Lo que hace falta es la divulgación y aprehensión de una real cultura de respeto a los derechos humanos.

Ante las problemáticas que atentan la integridad humana y que devienen en la violación de los derechos humanos, existe hoy en México y en América Latina el llamado periodismo de esperanza, periodismo de paz o periodismo de derechos humanos.

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La apuesta del periodismo de Paz, según la corporación colombiana  llamada “Otra escuela” puede resumirse en cuatro puntos: presentar los orígenes de un conflicto, en lugar de únicamente hacerlo con las consecuencias del mismo; está orientado a las soluciones, en vez de centrarse solo en los momentos de crisis y escalada del conflicto, en tercer lugar, el periodismo de paz procura abordar las diferentes posiciones de los actores involucrados en el hecho noticioso en búsqueda de una verdad simétrica y no de presentar una única versión de lo sucedido. Por último, el periodismo de paz está orientado no a las élites y a exponer sus perspectivas, sino que se preocupa por darle voz a la sociedad civil.

En México existe la red “Periodistas de a Pie”, una organización de periodistas en activo que busca elevar la calidad del ejercicio informativo en México, a través de la capacitación y del intercambio de técnicas de investigación, experiencias, estrategias de reporteo, estilos narrativos y formas de abordaje.

En esta red se encuentran periodistas como Marcela Turati, Daniela Pastrana y Jade Ramírez, quienes al igual sus colegas de la red buscan darle una dimensión social a los sucesos noticiosos y así “ponerle rostro humano a la noticia; enfocar la información desde la perspectiva de los derechos humanos; explicar por qué le pasa lo que le pasa, a través de la denuncia, la exposición de causas y la propuesta de soluciones”.

La ideología de esta esperanza en los contenidos mediáticos reside en el alma del periodismo social, que no es la cobertura de bodas y festejos como ya han de saber, sino de los sucesos con una apreciación social, transversal a los temas políticos, económicos, deportivos y culturales entre los que evidentemente está la migración.

Los protagonistas y entrevistados de estos temas pasan de ser cifras y conteos, a ser los narradores de su realidad lo que ha de permitir entonces que quien es el receptor de esa nota periodística, identifique una historia de vida que tiene similitud con la propia y por lo tanto un aprendizaje de la experiencia con quien sufre y quizá también es madre, hermano, compañero de aula o de trabajo de alguien que en los anales de los caídos del narcotráfico y otras calamidades sociales es solamente la víctima mil y tantos.

Ciertamente no son historias felices… pero si son realidades paralelas que han de servir de experiencia. La apuesta entonces del periodista, del reportero, no es sólo ir y constatar los muertos y caídos, sino investigar e indagar, de tardarse más en dar a conocer la información, pero con la perspectiva de que al hacerlo se aportarán alternativas, aprendizajes, disyuntivas y lo más importante, el sentimiento de que aquel grupo de personas que sufren por la pérdida de familiares y amigos desaparecidos, se está organizando y trabajando por un avance tangible en políticas públicas y prácticas seguras.

Hacer un periodismo de Paz no es fácil, requiere cambiar lo que se concibe como ejercicio periodístico en las empresas de medios de este contexto neoliberal donde el mercado manda. Además, se necesita un mayor esfuerzo investigativo y de estilo periodístico, sin embargo es la opción que tenemos para visibilizar problemáticas que son de mayor magnitud si se compara con la declaración de un sujeto político prominente.

Historias donde el discurso político y la estadística son sólo otros de los datos que visten y contextualizan lo que es el centro del periodismo de la Esperanza: el ser humano, ese que todos somos y buscamos preservar.

Así, la apuesta es que la filosofía humanista inunde la práctica periodística, que no dejará de aportar información, pero que realmente dará luz entre lo que le interesa y lo que le debe interesar a la gente.

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