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Merlí

Es difícil pensar que el éxito televisivo pueda llegarle a una serie con bajo presupuesto, y más si su protagonista es un maestro de filosofía que imparte sus conocimientos a un grupo de estudiantes del bachillerato. Pero “Merlí”, serie creada por Héctor Lozano y emitida por primera vez en septiembre de 2015 a través de la cadena catalana TV3, logró una gran aceptación en España hasta su última temporada transmitida en este 2018.

A lo largo de 40 episodios de 50min cada uno, se nos muestra la vida de Merlí Bergeron, un profesor desempleado y sin dinero que vive con su madre, un fracasado que no tiene miedo de decir lo que piensa y cuya exesposa e hijo, le recriminan por mantener una actitud siempre irritante frente al mundo. Pero el día a día de Merlí se renueva, se transforma cuando es aceptado como profesor en el Instituto Ángel Guimerá donde será reconocido y apreciado por sus clases poco convencionales, por sus actos polémicos, provocadores y sobre todo por su forma de comunicarse con sus estudiantes a los que llamará: los peripatéticos.

En su primera clase, Merlí deja en claro el tipo de profesor que será, uno que está en constante movimiento dentro del aula y que para poner en jaque a sus alumnos lanzará preguntas como “¿crees que la filosofía sirve para algo?” o frases pícaras como “quiero que os empalméis con la filosofía”.

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* Requerido

Hay que mencionar que cada episodio tiene el nombre de un filósofo (Platón, Schopenhauer, Freud, Hegel, San Agustín, entre otros) y que, en mucho de los casos, el pensamiento del filósofo detona o impulsa la trama de la historia. Pero esto no es lo único fuerte de la serie.

Es verdad que el personaje de Merlí goza de un carisma único a la hora de filosofar en el aula. Lo que de verdad llamó más mi atención, es el cómo desnuda al sistema educativo, a la moral establecida, y presenta temas como el acoso estudiantil, la homosexualidad y la comunicación entre profesores, estudiantes y padres de familia. Además, causa morbo conocer a un hombre que entre la sagacidad y el descaro tiene amoríos con profesoras y madres de alumnos.

Los momentos débiles de la serie tienen que ver con el drama en los episodios, ya que cada peripatético confronta sus propios problemas, que a lo largo de las temporadas vamos conociendo, esto puede jugar en contra o a favor de la serie, según la expectativa que te creas como espectador, así que de una vez te comento que hay leves escenas sexuales, humor, frases más que interesantes, personajes que evolucionan, y muchas, muchas charlas en donde cada protagonista expresa sus sentimientos. Si sobrevives a la primera temporada, que para mí es la más llamativa, es posible que te enganches con los peripatéticos y no sé, tal vez llegues hasta el final de la serie.

Hoy en día los programas televisivos que ofrezcan maneras diferentes para no solo entretenernos, fórmulas nuevas que refresquen, diviertan y al mismo tiempo que nos hagan cuestionar la realidad en la que vivimos son bienvenidas, porque si comparamos “Merlí” con series como “La rosa de Guadalupe”, la televisión mexicana sigue años luz de lo que el televidente o el internauta del siglo XXI a nivel mundial puede ver, parece que la televisión nacional sigue estancada y no ofrece más que burdas comedias, rancios dramas y las series de acción (telenovelesca) que no hacen otra cosa más que exaltar la cultura del narcotráfico.

Ojalá no esperemos mucho para ver algo que se pueda equiparar a una serie como la de “Merlí” en México, porque el programa cuestiona nuestras relaciones como seres humanos, los pensamientos establecidos, la vida moderna, la política, el sexismo, el sistema educativo, la forma en cómo los padres educan a sus hijos, pero lo más importante, desde la ficción y con muchas “merlinadas”, cuestiona cómo nos hemos dejado de hacer preguntas y hemos aceptado, sumisos, una realidad que poco a poco nos ha llevado a estar más cerca de la infelicidad que de otra cosa.

Si alguna vez te preguntaste cuál serie podrías ver al lado de tus padres o tus hijos, esta es la clase de producción que puede funcionar para toda la familia, porque cuál es el miedo de que un estudiante de secundaria vea a un par de hombres besándose o de que un profesor destape una botella de champán a media clase para celebrar, es mejor pasar del miedo al diálogo con nosotros mismos, y mejor todavía, pasar al diálogo con los demás, y quién sabe, a lo mejor la charla se pone buena y las anécdotas empiezan a surgir, hay que recordar que la ficción nunca ha logrado superar a la realidad.

Avance del episodio 1×01

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