, Cloro en la cara para quienes nos protegen

Cloro en la cara para quienes nos protegen

Dicen que las crisis pueden hacernos sacar lo mejor o lo peor que tenemos y parece que la realidad se ajusta perfecto a esa frase. Hemos visto ejemplos de quienes se organizan para donar víveres o insumos médicos y por otro lado están quienes en este contexto de emergencia sanitaria, agreden.

¿Se imaginan que después de un día arduo de trabajo, su momento de descanso se convierta en una agresión? Un breve momento de caminata en compañía de su mascota, terminó en una historia incontable, esto le sucedió a la doctora Jovanna el pasado lunes 13 de abril en Guadalajara. Esta fobia y actitud llena de pánico y desinformación hacia el personal de salud tiene varias semanas manifestándose y se ha hecho presente a la par del avance por la pandemia que causa el virus SARS-CoV-2.

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Esconderse cuando van en el transporte público o en las calles, son algunas de las medidas que el personal de salud ha debido tomar ante esa situación inédita. Como policías encubiertos deben cambiar sus batas y resto de indumentaria por ropa de civil para pasar desapercibidas y desapercibidos, como si tuvieran que esconderse de algo, pues a los ojos de algunas personas, ellas y ellos no son vistos como profesionales de la salud, sino como potenciales portadores del virus o “focos de infección”.

Al caso de Jovanna se suman los ocurridos el día 8 de abril Bahía de Banderas y los que han sucedido en Autlán, donde la constante han sido señalamientos y agresiones hacia enfermeras; las medidas de protección se desvirtúan completamente y ocurren este tipo de sucesos.

Es cierto que tenemos un sistema de salud lleno de carencias y deficiencias en su atención, pero esa realidad para nada justifica estas agresiones. Quienes hacen posible que los hospitales públicos operen, son personas que están de nuestro lado y que solo buscan nuestro bienestar.

Trabajar en desventaja

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Imagen: Milenio

Las carencias e insuficiencias también las padecen, así como nosotros y la única vía posible para ayudarnos es tendiéndonos la mano. Parte importante de esas deficiencias tienen su origen en la baja inversión que el Estado mexicano hace en salud y en la gran cantidad de recursos desviados en el sector. De acuerdo a información compartida en marzo por el diario NTR en México de 2012 a 2019, fueron detectadas irregularidades por 4 mil 179 millones de pesos, viéndose involucradas adquisiciones con facturas falsas, de esa suma, corresponden a Jalisco 164 millones 837 mil pesos en ese mismo periodo.

A la fragilidad institucional ocasionada por un mal uso de recursos públicos, se agrega una amenaza más y es la que generaría un crecimiento exponencial en contagios por el nuevo coronavirus, saturando hospitales y su capacidad de atención. Casos críticos ya se comienzan a presentar en Guerrero; el hospital del IMSS en San José, Puebla; el IMSS 71 en Veracruz y en el hospital del ISSSTE en Huejuapan de León, Oaxaca.

Además otra realidad que nos pone en desventaja es que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, en México hay 25.8 enfermeras y enfermeros por cada 10 mil habitantes, cuando de acuerdo a la propia OMS, el promedio mínimo necesario es de 60.

Ante eventos desafortunados la solidaridad de la población mexicana se ha hecho presente, que esta no sea la excepción y no paguemos con agresiones a quienes descuidan su propia vida para atender la nuestra. Para la correcta atención de esta pandemia la clase política debe privilegiar el dialogo y la atención a la salud de las personas más allá de diferencias y desacuerdos, así, desde la sociedad debe imperar la empatía y la responsabilidad. Tomemos en nuestras manos lo que nos corresponde.

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