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Fátima Ezzahra Housni: La científica que investiga el impacto ambiental de la alimentación

Por Jasmín Hurtado | Letra Fría

«Me dicen la doctora Fátima porque mi apellido es muy complicado. Todos me dicen así», cuenta Fátima Ezzahra Housni, originaria de Marruecos y profesora investigadora del Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara. También es egresada de la Universidad de Cadi Ayyad Marruecos, con especialidad en Geología.

La científica quien desde hace casi 20 años radica en México, también tiene un doctorado en Ciencia del Comportamiento con Orientación en Alimentación y Nutrición, y es miembro de la Red International de Investigación en Comportamiento Alimentario y Nutrición (RIICAN) desde 2015.

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«Los conocimientos los generamos a partir de objetivos específicos e hipótesis que se pueden comprobar, eso es la ciencia«, señala la doctora Fátima.

En su etapa de estudiante de licenciatura, ingeniería y después la maestría profesional, fue en donde conoció sus habilidades para contestar preguntas, además de las ganas de resolver todas las interrogantes que se hacía y su pasión por buscar más allá de lo que sus maestros le decían. «Tenía más preguntas. No quería seguir órdenes o manuales, quería buscar más allá de lo que me estaban dando y decidí estudiar una maestría en ciencia y ese fue mi primer acercamiento».

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Foto: Cortesía de Fátima Ezzahra Housni.

Al principio de su carrera, Fátima quería vivir en el océano, no tenía planes de casarse o tener hijos, sólo deseaba dedicarse a descubrir, pero en su llegada a México encontraría una realidad frustrante que la orillaría a tomar una pausa en su carrera.

«Todo era frustrante para mí, porque cuando llegué a México dejé el doctorado, llegué acá y me dijeron, necesitamos un maestro de francés». Todo lo que deseaba hacer de su vida y la ciencia, su trabajo en el instituto europeo de investigación y en ese momento ser maestra de francés le resultaba complicado, pero eso no la alejaría de soñar con lo que quería.

Tiempo después de ser maestra de francés, decidió retomar sus estudios con otro doctorado y continuó con lo que había pausado. Después de retomar la escuela y trabajar en sus investigaciones se dio cuenta que estaba haciendo lo correcto por varios factores: el reconocimiento de su trabajo por otros investigadores, el trabajo de los alumnos y el potencial que han demostrado a lo largo de sus carreras y, por último, las aportaciones que ha hecho a la sociedad y la satisfacción que eso le ha generado.

Actualmente, Fátima Ezzahara Housni trabaja en proyectos de dietas sostenibles, el consumo alimentario, dietas humanas y el efecto que tienen sobre el medio ambiente, como la cantidad de consumo de alimentos ultra procesados, ricos en azúcares y grasas, que no solo afectan a la salud, sino también agotan los recursos naturales como el agua y que, además impactan al clima, como el problema de la huella de carbono.

«Estamos trabajando en promover dietas sostenibles, una dieta que respeta la cultura, que respeta la parte social que ya es saludable desde la parte nutricional y biológica, pero que también tenga un efecto menor sobre el medio ambiente», compartió.

La científica considera que este tipo de proyectos podrían ser la solución para el futuro. Para ello se deben cumplir 4 elementos importantes: que el producto que consumas sea económicamente favorable, sea saludable, que forme parte de la dieta cultural y que el impacto ambiental sea mínimo.

Es esta relación alimentación-medio ambiente en lo que sus investigaciones se han centrado, en mantener una estabilidad de alimentación. Un ejemplo de ello se mostró en la pandemia, «llegó una crisis y la gente no tenía qué comer, pero no podían salir a buscarlo, no tenía una estabilidad», dijo.

Comentó que fue frustrante el que un día se cerraran las fronteras y se dependiera de importaciones, en lugar de pensar en producir, en tener una soberanía alimentaria. «Prestamos nuestras tierras para exportación, todo está ligado. Se están acabando los recursos y nosotros también, porque cuando comemos favorecemos esto, entonces ¿cómo tratar de intervenir y educar a la gente?», cuestionó.

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Foto: Cortesía de Fátima Ezzahra Housni.

Otro de los problemas a los que se ha enfrentado la doctora es la falta de recursos, que es lo que más afecta las investigaciones. Un ejemplo de ello, es el proyecto que trabajan actualmente en una comunidad de San Luis Potosí, en el que se pretende apoyar con agua: «Imagínate, medio balde de agua es lo que tienes y debes bañarte, entonces económicamente están muy bajos, dependen de una tiendita y tiene una deficiencia en nutrientes y estamos sufriendo para encontrar recursos«, explicó.

Ahora deben generar estrategias para apoyar con un huerto, pero no hay agua y tampoco recursos. Compartió que ayudar se vuelve complicado, cuando cajas ecológicas cuestan 5 mil pesos y no hay dinero, y aún más cuando año con año disminuyen los apoyos a investigaciones, pero las exigencias no bajan.

Pero pese a las limitantes de recursos económicos, la investigadora compartió que generaron un software que se llama Nutricology, que sirve para hacer cálculos automáticos a la dieta y calcular el impacto ambiental, «por ejemplo, tú me dices, como una tortilla al día o una manzana y yo automáticamente voy a estar calculando cuánta agua se gasta», detalló.

Fátima y su equipo también hicieron el primer estudio a nivel Jalisco de cómo el sobrepeso y obesidad impacta al agua. Además, realizaron el primer cálculo de la huella hídrica en la dieta mexicana que no existía a nivel internacional, de la que pueden dar una cifra en promedio, de cuánta agua gasta un mexicano por día, generando una metodología.

«El índice de cocción para comer o lavar y nosotros lo agregamos a una ecuación y esto es lo que hemos aportado en los últimos años a esta región. Sin embargo, continuamos con evaluaciones para disminuir el impacto y tratar de mejorar«, explicó.

Actualmente, la doctora Fátima junto con la doctorante Mariana Lares Michelle, trabajan en la implementación de una aplicación móvil en una comunidad de Zapotlán el Grande similar a Instagram, en donde se podrá trabajar en una dieta sostenible que ayude a bajar de peso y que al mismo tiempo las personas puedan ver su proceso. En esta aplicación se incluirán chats y fotos con una comunidad que piense en el futuro.

«No queremos convertir a veganos ni vegetarianos. La dieta sostenible es una dieta equilibrada, con menos consumo de alimentos de origen animal, pero no quitarlas», enfatizó.

Aunque continúan con las pruebas piloto, la aplicación es un producto de este semestre y además incluirá vídeos, recetas y el apoyo para sustituir alimentos, además de llevar un registro de su alimentación.

La científica cree que las nuevas generaciones tendrán más conciencia y cuidado del medio ambiente, porque desde niños se les enseña a ser responsables con sus actos. Esto aumenta la esperanza para el futuro.

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