El lado más oscuro o coloquialmente maquilado como la representación del mal, ha encontrado su lugar preponderante en la sociedad futbolística en una quinteta de zonas geográficas distantes entre sí. Por lo que a pesar de la historia individual en la que los éxitos han formado parte esencial de la vida deportiva de las instituciones, se logró conjugar una armonía social que se sintetiza con la palabra diablo.
Los significados van de la mano y en el mayor de los casos, se anexan las categorías gramaticales distintas, que van desde la mera formación adjetival hasta el sustantivo propio capaz de autonombrar al ente. Diablo, diablos, diablos rojos, el rojo, el demonio, diávolo y reds devils, son algunas de las diversas funciones verbales que autonombran a esos cinco equipos que históricamente han adoptado este ejercicio a toda la maraña de sucesos formadores de sus respectivas leyendas.
Tanto a nivel local y más allá de sus fronteras nacionales, el compendio de estos equipos sobrepasa la categorización con la que el pueblo lo nombró, por lo que tratar de enjuiciar o suponer alguna teoría sobre la herencia maldita de estos conjuntos en singular y el plural, es realizar un minucioso viaje por la historia vivencial de estos auténticos formadores de la pasión teñida de color rojo.
El más añejo de todos y con la sapiencia que solo la experiencia puede otorgar, es aquella entidad que encuentra sus aposentos en la marítima Manchester, aunque por evitar cualquier homonimia con su acérrimo rival, sería nombrado eternamente como Manchester United. Un gran número de personas en la isla rápidamente volcaron la pasión por los moradores del infierno, llamado teatro de los sueños. Las distintas épocas triunfales lo han posicionado entre los clubes con mayor cantidad de adeptos en el orbe, a la vez que su identificación eterna se verá acompañada por el símbolo en el que se representa la imagen del ángel caído.
A unos cientos de kilómetros de la zona portuaria inglesa, otro fenómeno similar ocurrió, aunque esta vez bajo el cielo de la glamorosa Milán, urbe del norte italiano que vibra gracias a sus dos equipos de fútbol. Unos los interistas y otros los rojinegros, instituciones formadas con un par de años de diferencia, por caracterización uno sería llamado A.C. Milán, que por cuestión social se ha mantenido hasta la fecha bajo la estela demoniaca, desde la combinación de su indumentaria hasta el precepto de ser llamado diávolo.
La ruta diabólica en el fútbol se traslada miles de kilómetros de distancia en relación con el par de urbes europeas, esta vez el destino se enclava en el sur del nuevo continente. Cronológicamente la primera escala se vuelve inmediata en el partido pampero de Avellaneda. El mítico “Rey de copas” ha sido instaurado desde su fundación en 1905, como uno de los representantes demoniacos del fútbol mundial, a la vez que ha fundamentado la leyenda del equipo rojo que hizo en los setentas, una sucursal del averno a su antiguo estadio “La caldera”, bajo la mirada y mando del demonio mayor para la entidad: Ricardo Bochini.
Los extensos territorios que comprenden la distancia entre Argentina y México, se rompen al unísono, cuando se atrae el otro sentimiento rojo, la altura esquizofrénica de Toluca es el lugar perfecto para que desde hace 100 años se fundara otro equipo escogido por el destino para portar la insigne nomenclatura maléfica.
El Deportivo Toluca, otrora formador de los sentimientos que pululan desde la altura geográfica del país azteca y a la vez que han acompañado al circuito máximo hasta convertirse en uno de los más ganadores. Siempre con la denominación popular de diablos rojos, gracias a las viejas epopeyas de sus fulgurantes figuras goleadoras, Vicente Pereda y José Cardozo.
El recorrido tiene como último destino el país cafetalero, el territorio que vio el nacimiento de la más novel institución encriptada bajo la denominación maligna, Cali y su fútbol representado por uno de llamados “grandes de Colombia”, el América. Institución que desde 1927, ha compartido un lugar especial en la sociedad del país, además de contar con un sin número de títulos que lo avalan entre los de mayor abolengo y a la vez dotarlo con esa esencial forma de nombrarlo; los escarlatas o el rojo. “Querido por muchos y odiado por otros tantos” será el lema con el que su pueblo enarbola una de las tantas odas desde el graderío del Pascual Guerrero.
La familia maléfica que se ha gestado desde a mediados del siglo XIX dentro del fútbol, ha encontrado la estirpe necesaria para que cada uno de los equipos portadores de aquella nomenclatura funjan como eternos y triunfales instituciones en su geografía y más allá de su frontera.
Desde uno de los puertos de conexión de Reino Unido hasta Cali o quizás partamos de la industriosa Milán y pondríamos en la tradicional Avellaneda o la inhóspita Toluca. En los lugares ya definidos por la esencia más pura del fútbol y ese sentimiento rojo gobierna los corazones de cinco pueblos distintos entre sí, además de muchos más alrededor del orbe.