En los distintos escenarios que han poblado las páginas del libro denominado fútbol sudamericano, se atrae directamente el nombre de países e instituciones de gran valía a lo largo de los años del torneo continental. A pesar del amplio dominio desde tierras charrúas, pamperas y amazónicas, se ha gestado la rebelión en determinados lugares, capaces de llegar a la cima hasta romper la hegemonía de entidades encumbradas. El primer paso hacia la evolución campeonil se efectuaría en la región antioqueña: el sabor y alegría que desde Colombia se diseminó por los campos sudamericanos fue el parteaguas para que el Atlético Nacional se posicionara como el máximo representante del fútbol cafetalero más allá de sus fronteras.
La historia propia de un club surgido en 1947 que bajo el cobijo de su playera verde, ha mantenido una férrea lucha para obtener la mayor cantidad de logros hasta convertirse en el rey de copas, orgulloso mote que para el pueblo paisa lleva incrustado en la misma denominación de origen y gentilicio de los habitantes de aquella zona del país.
A través de cada una de las historias que se han construido en el proceso de vida en el club, emergieron figuras que a la postre crearían los cimientos de la estructura que hasta la fecha soportan el enclave institucional. De manera primigenia los aficionados mayores podrán, sin lugar a dudas, los nombres de aquel equipo que obtuvo el primer título de liga en 1954 bajo tutela del argentino Fernando Paternóster y Hernán Escobar, Ignacio Calle, Julio Gaviria, Carlos Gambina y el primer gran ídolo verdolaga: Humberto Álvarez.
Tras el momento de gloria, vendría un periodo de abstención y vigilia triunfadora para la entidad por once años; la hecatombe amenazó por aniquilar al equipo debido a los problemas financieros que aquejaron hasta irrumpir en los códigos inimaginables, al fusionarse por una campaña con su rival deportivo Independiente Medellín y así poder sufragar las menguas monetarias en 1958. En la encrucijada por volver a los primeros puestos, el trabajo interno se dio en lapsos llenos de incertidumbre, decisiones que marginarían al club en los posteriores torneos por la lucha del título.
El recorrido cruzado hasta el inicio de los psicodélicos setenta, ofrecieron un subcampeonato que valía el pase por primera vez a la Copa Libertadores en 1972, y en 1973 el segundo campeonato nacional. Tres años después arribaría Oswaldo Zubeldía, quien los conduciría a obtener los triunfos en 1976 y 1981, además de revolucionar los métodos tácticos en la cancha e igualmente debutar a Hernán Herrera, Pedro Sarmiento, Norberto Pelufo y Gabriel Gómez, que conjuntaron el histórico Kinder de Zubeldía como fue llamado, debido a la corta edad de sus miembros.
A lo largo de la historia albiverde se ha mantenido la hipótesis de salvaguardar el potencial del futbolista colombiano, teoría que desde las primeras oncenas que han representado al club y revalidado conforme las circunstancias lo demandan. La equivalencia que más representó a dicho movimiento ideológico es el encabezado por Francisco Maturana, técnico emanado de las entrañas del club y que dirigiría la llegada de elementos como Leonel Álvarez, Luis Perea y Gildardo Gómez. En los primeros dos torneos, los llamados puros criollos obtendrían un tercer puesto en 1987 y un subcampeonato en 1988 con el cual calificaron a la Libertadores de año siguiente, compartiendo el grupo con Millonarios, Emelec y Deportivo Quito. El momento histórico se inició desde la clasificación a la segunda fase en la que tras doblegar a Racing Club, redimiría a su eterno rival bogotano en cuartos final, de igual manera en la semifinal al sorpresivo Danubio para acceder a la final ante Olimpia de Paraguay e imponerse en la serie de penales con la mítica actuación de Rene Higuita. Así se coronaron como el primer equipo colombiano en obtener el trofeo continental en 1989.
El vértigo sostuvo el ritmo del equipo para entablar el año siguiente la defensa del título hasta la etapa de semifinales, ronda en la que su otrora rival Olimpia los eliminaría. Mientras, bajo el cielo cafetalero el subcampeonato de 1990 y el triunfo de 1991 vislumbraron la estancia campeonil de la institución. Hasta 1994 sería la consecución del sexto campeonato con gol de su estrella Juan Pablo Ángel. Así como el subcampeonato de la Copa Libertadores en 1995, tras caer ante Gremio de Porto Alegre.
Durante la época de cambios, la recta final del milenio otorgó al Atlético Nacional la introducción al el sector privado; tan solo un año después obtendrían la copa Interamericana, además de copa Merconorte en 1998 y en 1999 su séptima liga al imponerse por tercera vez al América de Cali. En los inicios de la nueva era, los títulos locales llegarían hasta en 2005, el bicampeonato del 2007 y convertirse en el único club de Colombia en obtener el tricampeonato en 2013 y 2014, todos de la mano de Juan Carlos Osorio, quien se convirtió en el técnico más ganador de la historia del club, además del subcampeonato de la copa Sudamericana al caer ante River Plate.
La marcha del vanagloriado estratega Osorio sería sustituida por Reinaldo Rueda, por lo que el proyecto seguiría bajo un lineamiento similar al que los jugadores llevaban a cabo en los anteriores torneos. Tan solo unos meses después, llegó el título número 15 de la historia, con el que se convertirían en el máximo ganador del país.
Con el triunfo liguero, las huestes verdiblancas se encumbraron hacía el torneo continental 2016, por lo que la travesía se forjó en busca de devolver la transcendencia de antaño a la ciudad de Medellín. La meta trazada se focalizó en la mentalidad de cada jugador que tras los juegos de fase grupal, condicionaron la meta idónea hasta pasar por los rivales en las subsecuentes rondas; en tales instancias, derrotaron al sorprendente Independiente del Valle ecuatoriano en la final de vuelta. Lograron la segunda copa Libertadores para el club que coloquialmente se menciona, proviene de la montaña y que tiene en el antiguo estadio Atanasio Girardot al testigo e incondicional aliado de las batallas por los títulos nacionales e internacionales.