Rieleras y juanes, los sucesos recientes de este país generan marcas que en el devenir histórico deben ser sin duda un parteaguas. Lo que ésta de trenzas quiere decir es que ya no puede haber un México igual al de antes de este septiembre de 2017. Ya no más conformismo, ya no más soportar a la clase política inoperante, ya no más partidos parásitos, ya no más medios con manejo de información incierta.
Tal parece que las mujeres y los hombres de México se conectaron con el origen de su raíz y el “retiemble en sus centros la tierra” de Nunó y Bocanegra del sentido literal geográfico se extendió al ánimo de una nación. Hay acuerdo social y ahora quien está temblando es la clase política.
Los argumentos de leyes y presupuestos aprobados se desploman ante el clamor multitudinario de cambiar de destina el presupuesto para los partidos políticos con miras a las elecciones del 2018 y en lugar de ello invertirlo en la reconstrucción de Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla, la ciudad y Estado de México, y cualquier otra entidad que ha sido afectada por los fenómenos naturales que no se programan en ningún plan nacional o estatal de desarrollo. ¿Cómo rebatir las voces que en las calles, universidades, iglesias, medios y redes sociales increpan la incongruencia de mantener partidos políticos cuando hay personas que lo han perdido todo?
Las autoridades que no se quedaron mudas ante estos reclamos recibieron una aplastante y contundente reprobación nacional. Y peor aún, los que se han querido pasar de listos para levantarse el cuello al aprovechar los recursos para damnificados con origen en el desprendimiento incondicional de la sociedad civil, han sido evidenciados.
Hoy, la moneda de cambio de la elección del 2018 está en la sensibilidad política real y comprobada ante una realidad que pone a prueba a quien no sabe hacer política. Si el presidente Peña y los miembros de su gabinete creyeron que ya había pasado lo peor después del fracaso de la reforma energética que sigue generando gasolinazos semanales, de los 43 de Ayotzinapa, de la mala relación con Trump, de la revelación periodística de la Casa Blanca, hoy sabe que se ha equivocado y la naturaleza también los está poniendo a prueba.
El clamor social ya no es más un rumor. Hoy es un grito unánime, contundente y certero.
Coordinadora de la Licenciatura en Periodismo del Centro Universitario del Sur.