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Un grito en la Catedral: la madre que busca a su hijo en Ciudad Guzmán

En la Catedral de Ciudad Guzmán una madre grita, con todas las fuerzas posibles,  el nombre de su hijo: ¡Natan!, ¡Natan! Hijo, ¿dónde estás?  Yo podría jurar que la voz llegó a todas las partes del recinto y recorrió la piel de cada uno de los presentes. Esa esa voz era la de Alicia Gallegos Manríquez  quien busca a su hijo Natan Hernández, desaparecido desde el 28 de febrero de 2018.

Alicia es una de las familias, que este 06 de julio, arribaron a la catedral de Ciudad Guzmán desde diferentes estados de la República para hacer visibilización y búsqueda de sus hijos. Pasado el mediodía, celebraron una misa, y posterior, una marcha pacífica en el municipio de Sayula.

La última cosa que ella supo de su hijo fue que iría a Fábricas de Francia, en Poza Rica Veracruz, de donde son originarios. Allí pagaría una letra y después volvería para cenar; pero ya no llegó.

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* Requerido

“Ese día me habla y me dice: Ñoñita qué me vas hacer de cenar, ya pagué la letra, ya voy para la casa, y yo le dije, qué es lo que quieres que te haga de cenar. Y me dice no, sorpréndeme, yo le dije ¡huy! Y él soltó la carcajada. Ya ves cómo eres Ñoñita”.

Son tres años, cuatro meses, que no se sabe nada de Natan Jesús Armando Hernández Gallegos, el menor de cinco hermanos, quien estudiaba, cuando lo privaron de su libertad, el séptimo semestre en Ingeniería en Mecatrónica, de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

“Natán, un chico muy cariñoso, muy estudioso, séptimo semestre en Ingeniera Mecatrónica, con muchos valores, con muchos sueños, su amor era el deporte, exageradamente, quería que yo lo cronometrara. Era cinta negra [en Taekwondo] y desde los seis años andábamos en los torneos. Tengo como 60 medallas. Íbamos a cualquier parte de la república. Tengo recuerdos bonitos de él. Tenía un futuro muy amplio y se me hace increíble que ya no esté, porque alguien tuvo la brillante idea de quitarle su libertad”.

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Rescate Fallido

El día que Natan ya no volvió, a su madre le llamaron más de 21 veces para decirle que lo tenían “secuestrado”, que le hiciera como quisiera, pero que era privación de la libertad y que querían rescate.

“Esa noche, mi hijo no llegaba y mis otros hijos salieron a buscarlo; él no acostumbraba a quedarse fuera, nunca lo ha hecho; no fumaba, no tomaba, su pasión era el deporte y el inglés” expresó la madre.

 

─Queremos un millón

“No los tengo”

─Medio Millón

“No los tengo”

─250 mil. Lo último, si no tu hijo está muerto.

“Nada más conseguí 40 mil pesos, porque yo no tengo recursos. Él estaba estudiando con mucho sacrificio”.

Con el dinero dentro de una bolsa de regalo Alicia se dirigió, de madrugada, a un callejón oscuro donde la habían citado.

“Quién prende y apaga esas luces sabe, porque ese coche estaban las luces a pagadas y al otro día estaban prendidas. Yo nada más llevaba ese dinero y cadenas, era lo único que yo les podía ofrecer, ya no tenía más”, señaló.

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La madre contó que pasó horas parada en esa calle porque no la llamaban, luego dice, que se le acercó un sujeto de barba canosa hasta medio pecho, a quien ella le pagó el rescate.

Una vez que Alicia pagó dijo haberse ido al fondo del terreno a esperar que le devolvieran a su hijo, pero eso no pasó

“Yo me fui al fondo del terreno, pasó media hora, tres cuartos de hora,  casi una hora y no me entregan a mi hijo; me agarro a gritar con todas mis fuerzas: ¡Natan! ¡Natan!  Y empezaron a prenderse las luces de casas por ahí”.

“Y en eso me suena el celular, porque ya no me contestaba el secuestrador”

─Si no se sale, la mato, lárguese, me mentaron la mamá.

─Lárguese, váyase de aquí, porque si valora poquito su vida, porque de lo contrario se va a morir, ¡la vamos a matar!

Yo quería salir corriendo, no sabía porque había muchas piedras, había tierra; no era calle pavimentada apenas estaba en proceso”.

A Natan lo privaron de la libertad  cuando tenía 21 años. Desde ese momento la vida de Alicia giró en una búsqueda  que hasta el día de hoy no tiene fin. Por eso llegó a Zapotlán, por eso gritó su nombre.

“Sí, yo me paro hablar de él, de sus sueños, de todo. Siempre le gritó porque yo no sé vivir sin él, ni quiero vivir sin él, me hace mucha falta. Para poder seguir caminando yo necesito saber qué pasó. Necesito Justicia. Justicia si es que le hicieron algo”.

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