Por: Aida Farías
Nuestros antepasados nos dejaron una bebida ancestral y deliciosa que se utilizaba para rituales sagrados. Este trago es conocido como tejuino o “tecuin” del náhuatl que significa “latir el corazón”.
Angelina de la Cruz Solano es originaria de Ciudad Guzmán y se dedica a la venta de los distintos frutos y bebidas de temporada, la puedes encontrar a un costado de la entrada principal del mercado Paulino Navarro.
“Yo tengo alrededor de 60 años vendiendo el tejuino aquí en Guzmán. Mi mamá fue la que me enseñó a prepararlo. Ella lo hacía para vender, así que yo le ayudaba a prepararlo y venderlo. Los ingredientes que yo utilizo son la masa de maíz ya fermentada, el piloncillo negro, el blanco y agua.”
El procedimiento para prepararlo es muy sencillo se pone a hervir en agua el piloncillo hasta que se deshaga. Después, al agua que se está hirviendo se le agrega la masa de nixtamal y se bate hasta que vaya tomando una consistencia espesa.
Luego se deja fermentar por 2 o 3 días en una olla de barro para que le dé un mejor sabor. Ya una vez que se dejó fermentar ya puede servirse al gusto. “Yo solo preparo el tejuino con hielo, sal y limón porque para mi gusto es más bueno y es la receta original.”
En Ciudad Guzmán se puede encontrar el tejuino en puestos en la calle o en los portales del centro y su precio no es caro, hay de $10 hasta $30, todo depende del tamaño que se escoja.
Esta bebida es refrescante, dulce y en ocasiones hasta agridulce. Suele ser espeso, pero los hielos, el limón y la sal lo vuelve más líquido.
En comparación con el que se prepara en otras partes de Jalisco como en Tonalá, suele ser distinto. En la zona metropolitana de Guadalajara es más espeso y dulce ya que allá lo acompaña una cucharada de nieve de limón.
Se podría decir que el tejuino en Ciudad Guzmán se toma todavía como lo consumían nuestros ancestros.
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