A la búsqueda de políticos congruentes
Rieleras y juanes, definitivamente cada uno de nosotros tiene en sí mismo el poder de decidir si lo que hace en la vida, en la cotidianidad de la casa compartida con la familia, o del trabajo con el desempeño de nuestra labor, lo hacemos de manera positiva con la convicción de abonar al entorno o quizá de manera más individualista –por no decir un tanto egoísta- al cuidar que los beneficiados seamos únicamente nosotros y nuestros más allegados.
Eso se lo dejo a la conciencia de cada quien. Pero definitivamente ese estilo solidario o no de desempeño, se puede apreciar en las diferentes profesiones y oficios. Hay buenos y malos zapateros, comerciantes, ingenieros, abogados, periodistas, médicos, psicólogos y de un largo etcétera, pero… ¿qué me dicen de los políticos?
¿Será equitativa la distribución de tendencia positiva y la que no lo es entre las personas que se dedican a la política?, vaya, ¿podemos decir con contundencia que existen tanto buenos como malos políticos?… quizá las experiencias recientes y las de las últimas ocho décadas en México nos hagan pensarlo de nuevo antes de aventurar que en este país… y en el mundo hay una buena cantidad de buenos políticos.
No lo creo. En tiempos de sismos y sus secuelas que hicieron remover las fibras sensibles de los y las connacionales y de muchas otras personas, no hubo respuesta de la clase política nacional ante los reclamos multitudinarios para destinar a la reconstrucción y apoyo a los damnificados el presupuesto de los partidos en los comicios de 2018. Además, hubo denuncias en redes sociales de oportunistas de gobiernos locales de los diferentes estados que se apropiaron de camiones con donaciones en especie. Como que los integrantes de la clase política están hechos de fibras que se han petrificado en el ámbito de las cúpulas de poder.
Ahora que estamos en esta época preelectoral, de registro de decenas de candidatos independientes, de partidos que han replanteado su estrategia, o bien recurren a antiguas que le han resultado, como el “divide y vencerás”, vale la pena recordar que sí hay ejemplos, al menos en el ámbito latinoamericano, de presidentes entregados a su labor por amor a la patria. Me refiero al expresidente Uruguayo José Mujica. Él se caracterizó por su estilo austero, contrastante con la opulencia del modo de vida de la generalidad de los titulares de los gobiernos en todo el mundo.
A menudo a él se refirieron como “el presidente más pobre del mundo” aunque en respuesta aseguraba que su modo de vida más bien hablaba de congruencia con la forma de vivir de la mayor parte de los uruguayos.
Cito aquí una declaración de Mujica a este respecto:
“Creo que los gobiernos, los presidentes, se deben expresar en toda la tonalidad de su vida, en su lenguaje, en su modo de ser, en su modo de vestir, en las relaciones públicas, como vive su pueblo”.
Y lo dejo como una lección para los que aspiran a ocupar un cargo público y están interesados en ser buenos políticos. De esos le urge a México.
Coordinadora de la Licenciatura en Periodismo del Centro Universitario del Sur.