, Una semana de brigadista, parte II

Una semana de brigadista, parte II

Viernes 29 de septiembre

Desperté alrededor de las 9 de la mañana. La maestra Yolanda, encargada de los brigadistas de Ocuituco, entró al cuarto y nos dijo que a las 12 del día pasaba una camioneta por nosotros para trasladarnos a Chinameca, una comunidad en la que ya estaba una brigada a cargo de la maestra Laura de Luna.

Yo me enojé demasiado y no entendía el porqué, hasta que investigué con mis contactos en Guadalajara y descubrí que en un reporte de la maestra, explicaba las cuestiones de seguridad de la vivienda y otras cosas más que quizá no eran precisamente lo reportado.

Suscríbete a nuestro boletín

* Requerido

Enojado, de mala gana acomodé mi equipaje, recuerdo que no desayuné nada del coraje tan enorme que tenía, aunque no era el único, mis compañeros también estaban molestos, no todos solo los brigadistas de Cuernavaca.

A las 12 llegó la camioneta y todos subimos el equipaje y los materiales didácticos necesarios, nos acomodamos todos en la camioneta y disfrutamos de un viaje de aproximadamente una hora y media de camino, para llegar a Chinameca.

Durante el camino jugamos y cantamos para hacer que el tiempo pasara rápido y olvidar el enojo.

Al llegar nos recibió la maestra Laura de Luna, bajamos todas las cosas que traíamos y nos dirigimos al albergue, solo al caminar por cuatro cuadras me percate de dos casas colapsadas y por lo menos once  con un letrero escrito con aerosol que decía “peligro de colapso”.

Al entrar al albergue que era en realidad la única primaria del pueblo,  lo primero que vi fue a cinco niños recogiendo basura y separándola. Me di cuenta de que en ese lugar tenían una organización bien estructurada. El encargado del albergue era un excomandante del ejército a quien todos obedecían, tenían grupos de jóvenes para cuidar el área, derrumbar casas y otras tareas más que  les otorgaban según se fuera necesitando.

Lo primero que yo hice dentro del albergue fue acomodar despensa, yo estaba un poco enojado, mi rostro me delataba,  “si vas a estar con esa cara mejor no hubieras venido”,  me dijo una compañera estudiante de psicología, la sangre me hirvió de coraje, pero solo me quedé callado y fui a una mesa donde estaban dando comida porque tenía hambre, no tenía comida en mi estómago desde la mañana.

Al llegar a esa mesa ya no tenían comida, solo alcance un pedazo de salchicha, medio huevo cocido y una tortilla.

Regresé a mis actividades y después de unas horas sacaron una gran cantidad de ropa que  tuvimos que separar por tallas y sexo. Acabe fatigado de esa tarea y me acerque a la cocina a pedir de comer. “¿Qué haces aquí?, tienes que estar allá con los demás a ver que te ponen a hacer” me indicó la misma compañera psicóloga “pues voy a comer, tengo hambre, no he comido” le contesté con un tono de molestia.  “Yo vi que estabas comiendo, sé que ya comiste”, refirió de nuevo, me quedé callado y la ignoré, era más mi hambre.

Al terminar, todos nos dirigimos a una cenaduría, en la que vendían una comida deliciosa, unos ricos tacos de alambre, carne enchilada, tacos de chorizo y por fin probé las famosas quesadillas sin queso (jajaja fue algo muy gracioso).

Al terminar todos nos fuimos a la casa y de la misma forma nos organizamos para bañarnos. Tuvimos que sacar agua de un poso y calentarla con una resistencia, fue una experiencia agradable y chistosa al ver como sufríamos para sacar agua.

Sábado 30 de septiembre

Desperté con la intención de iniciar trabajo periodístico, pero primero fui al albergue a desayunar. Tomé mi libreta y comencé a realizar algunos apuntes, tomar fotos, ubicar personas afectadas para rescatar testimonios.

A las 11:10 de la mañana me encontré a cinco brigadistas de la Ciudad de México, esa brigada salía de Chinameca con destino a Alpanoca Morelos, para  una revisión de necesidades primordiales y realizar una evaluación de las viviendas de dicho lugar.

Después de caminar varias horas y tomar fotos, regresé al albergue a comer y posteriormente me puse a ayudar. Descargamos despensas de camionetas, fue muy sorprendente la organización que había para descargar, todos haciendo una cadena para agilizar la descarga. Después se realizaba la clasificación de alimentos y se almacenaban en un aula del albergue.

Después realicé una lectura para niños, es un cuento titulado “Perro apestoso” que por poco y me lo aprendí de memoria de tantas veces que lo leí. Conocí a algunos niños, platicamos y después fuimos a la canchita de la escuela para jugar “pato, ganso” y también jugamos con los niños a “encantados”.

Cansado de tanto correr, me salí del albergue a fumar, pero ahora acompañado de tres compañeros más.

Más tarde conocí a Otoniel, un señor de 57 años, con problemas en la parte psicomotriz. Entre dos personas lo bañamos a él y a su hermano Saúl de 55 años de edad, con el mismo problema que Otoniel. Ya bañados los sacamos a dar una vuelta al centro del pueblo.

Sentí mucha satisfacción de verlos felices y platicadores, me contaron su historia sobre el temblor, como se salvaron de no quedar atrapados en escombros mientras ellos veían desplomar su casa. También comentaron que tenían muchos años sin salir de la casa y estaban contentos de salir y ver de nuevo las calles de su pueblo.

La persona a cargo de ellos dos es Doña Sofía, una señora que pasa de los 80 años, muy noble, agradecida y feliz de tener la vida que tiene, y con un corazón muy servicial.

Regresando del paseo con Otoniel y Saúl comenzó a llover, yo agarré una escoba al igual que más personas y comencé a barrer el agua que entraba al área del patio techado en el que se encontraba la mayoría de personas.

Después de todo volví a cenar a los tacos, al terminar me fui a la casa, me bañé y después de jugar baraja un rato con mis compañeros, me dormí.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Configurar y más información
Privacidad