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Resignificar la idea de vivir bien

A lo largo de nuestras vidas hemos difundido como idea aspiracional que lo que tenemos y poseemos es lo que nos define, pero lo que hemos vivido en estos meses nos ha llevado a replantearnos conceptos o ideas sobre lo que consideramos como vivir bien.

Lo material se ha topado cara a cara con nuestra capacidad de adaptarnos, de convivir, de procesar información y de ver nuestra propia vulnerabilidad. Con la propagación del SARS-CoV-2 han salido a relucir las marcadas condiciones de desigualdad en las que vivimos en donde aspectos como la conectividad o la actividad económica que se desarrolla en cada familia marca grandes diferencias en cómo se ha enfrentado esta pandemia, también nos hemos replanteado nuestra relación con la naturaleza y a partir de ahí, al menos en teoría, parece ser que existe un consenso de que es necesario un cambio, pero para poder materializarlo es necesario pensar desde dónde se va a gestar y tal vez muchas respuestas estén en lo local y lo que nos pueda decir la ciudad en la que vivimos.

Un ejemplo cercano: Los Ocotillos y su transformación

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* Requerido

“Los Ocotillos” es una pequeña porción de bosque ubicada en la Montaña Oriente en Zapotlán el Grande y declarada como Área Natural Protegida en 2015. Antes se ingresaba ahí por un sendero ubicado a un costado del canal hidrológico, ahora se ingresa a través de una calle teniendo a los costados los cotos “Ciprés” y “Cañadas”.

Ese espacio pasó a ser propiedad municipal a través de un contrato de donación celebrado en septiembre de 2006. Ese contrato en su contenido detalla que “El destino de la donación se hace para el uso de “parque ecológico”, para integrar como reserva territorial del Municipio de preservación del medio ambiente de conformidad con los planes de desarrollo urbano en vigor o los que lleguen a establecerse en lo futuro”. Pero es también a partir de ahí que se ha urbanizado la zona, logrando una escasa armonización entre el bosque y los espacios construidos en donde el contraste que producen las edificaciones es notorio.

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Las inmediaciones de Los Ocotillos han pagado caro por la competencia de quienes se han asentado ahí buscando tener la mejor vista y la casa más notable haciendo ya habitual que al caminar por sus senderos escuchemos todo el tiempo a maquinaria taladrando el cerro. Este fenómeno no se reduce a lo que sucede ahí, sino que es un tema de visión sobre cómo ocupamos el territorio y como en lugar de coexistir con espacios naturales buscamos colonizarlos y apropiarnos de los bienes ambientales cuyos servicios y beneficios son de carácter colectivo.

Este tipo de desarrollos propician que se incrementen situaciones de vulnerabilidad, acentúan la división social y vuelven un despropósito los sitios de conservación cercanos a zonas urbanas al disminuir su extensión y volverlos espacios que pierden conectividad ambiental, y no es que habitar estos lugares esté mal, siempre que exista compatibilidad, pero lo que resulta necesario es pensar la ocupación del espacio desde un enfoque mucho más armónico.

Las posibilidades que otorga el Derecho a la Ciudad

La crisis ambiental, la necesidad de aprovechar de manera sustentable los recursos naturales y la necesidad de contar con adecuados servicios públicos en las ciudades son algunos de los factores que han dado lugar a pensarlas de manera plural y equitativa.  A esto se añade esta coyuntura sanitaria y con grandes implicaciones en lo social que nos invita a construir una comunidad saliendo del individualismo, pues nos ha dejado lecciones que no podemos darnos el lujo de olvidar. No podemos abstraernos ni disociar lo que ocurre en nuestros entornos y en nuestra ciudad de lo que sucede en otros lugares pues lo local impacta en lo global, Zapotlán aún tiene la oportunidad de ser una ciudad armónica y bien estructurada.

De acuerdo a la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad[1], este Derecho es definido como “el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de sustentabilidad, democracia, equidad y justicia social”. También establece que es interdependiente de todos los derechos humanos internacionalmente reconocidos, por lo que no pueden desligarse los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales.

¿Por qué no pensar en que una ciudad construida con estos elementos como mínimo es posible? El bienestar y el acceso a servicios no debe depender más de lo que se pueda pagar por ellos pues el reconocimiento y otorgamiento de derechos no es un lujo sino una necesidad intrínseca en cada sociedad.

Sin equilibrio ambiental no existe un desarrollo viable.

[1] http://www.revistas.unam.mx/index.php/mecedupaz/article/viewFile/36443/33018

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