Por: Mayra Vargas
Hace unos días una enfermera autlense con 20 años de experiencia fue aislada por tener contacto con un paciente sospechoso de SARS-CoV-2 (COVID-19) en Autlán de Navarro. El miedo la paralizó y aunque el caso resultó negativo, los miedos persisten, agudizados por laborar en el sector público, donde su única arma de protección es un cubrebocas.
La enfermera – quien prefirió el anonimato – no recuerda haber vivido algo similar a la Emergencia Sanitaria por COVID-19 en sus 20 años laborando en el área de la salud. Lo más cercano que tiene en la mente es la pandemia de gripe A (H1N1) que se inició en 2009 y entró en México el 17 de marzo de ese año.
“Me tocó la influenza, pero no estuvo como esta situación ahora, sí tomabas precauciones, pero ahora siento que esto es más fuerte. En los años que tengo como enfermera nunca me había tocado algo así. (Ahora) es muy diferente la situación”, dijo a Letra Fría.
Desde la Contingencia Sanitaria (ahora elevada a nivel de emergencia), su dinámica laboral ha cambiado.
Antes de la llegada de la pandemia por COVID-19 a México, ella tenía una rutina de higiene, sin embargo, desde que se empezaron a confirmar los primeros casos en el país, la rigurosidad en la higiene en el sitio donde trabaja se volvió prácticamente obligatorio:
“Tengo que estarme cuidando en la higiene de manos, estarlas lavando a cada momento, cada que tengo contacto con un paciente o también usar el gel, en eso ha cambiado mucho, porque ahora es más reglamentado, anteriormente sí se hacía, pero ahorita es mucho más constante todo esto, para poderme proteger yo y a los pacientes”.
Ella desde que entra a su jornada laboral carga su cubrebocas, sin embargo, señala que los insumos son insuficientes. El personal de enfermería no cuenta con ningún otro tipo de equipo que les garantice la protección, más en casos sospechosos de esta epidemia:
“No es suficiente, yo creo a los que estamos más en contacto con los pacientes, cuando movilizamos al paciente, cuidarlo… entonces estamos en contacto y no nos dan protección. Yo creo que tienen que darnos googles, una bata, tener guantes suficientes para estarlos cambiando con cada paciente, entonces son insuficientes los insumos”, dijo.
Hace unos días. Ella atendió a un paciente sospechoso de COVID-19, esta situación la obligó a aislarse en su hogar debido al riesgo que representaba haber estado en contacto con un paciente sospechoso. El resultado de la prueba del paciente sospechoso fue negativo. Sin embargo, ella confiesa que existen temores, como contraer el virus y contagiar a su familia:
“Tengo miedo infectarme de coronavirus y que alguno de mis familiares también llegue a padecerlo, pero siempre les digo, cuídense mucho, familia, lávense las manos. Sí me dolería mucho que uno de mis familiares tuviera la enfermedad por no haber tomado las precauciones”.
Ella sigue al pie de la letra el protocolo para ingresar a casa después de una jornada laboral. Tras haber trabajado doce horas, llega a su casa y se quita la ropa antes de entrar. El uniforme lo mete en un bote o bolsa para llevarlo directamente a lavar, con el tratamiento que implica. Después de eso ella se da una ducha para limpiarse de todo a lo que estuvo expuesta. Enseguida, tiene contacto con su familia.
Ella cuenta que de manera reciente recibieron la indicación y opción de asistir con ropa de civil, cambiarse dentro del hospital, hacer la jornada, retirase el uniforme y salir con su ropa normal. Esta opción se les dio también por las agresiones que ha recibido personal de enfermería en la calle, donde ciudadanos las acusan de “esparcir el virus” en la calle, situación que no es real.
“Es triste saber que existe gente que haga eso, quizá por ignorancia atreverse a agredir a las compañeras así y no se vale, porque nosotras somos personas, también somos seres humanos y sabemos que nosotros estando en el sector salud sabemos la magnitud del problema, nos cuidamos y la gente a veces no se da la oportunidad de informarse”.
Y que piensan que porque nosotras trabajamos ahí traemos el virus y que vamos a contagiar a las personas, pero no es así y la verdad causa tristeza que la gente llegue a ese punto de agredir a nuestras compañeras. La gente tiene que saber que nosotros somos como ellos, somos mujeres, somos trabajadoras pero que se informe la población”, externó.
La enfermera pide a la población autlense generar conciencia sobre la ya decretada Emergencia Sanitaria nacional, para evitar tragedias:
“Si la gente no se pone las pilas, al rato sí vamos a tener muertes y mientras la gente sigue en la calle. Siento que es la parte de responsabilidad y de ponerse a pensar que me tengo que proteger”, dijo.
Para la enfermera, muchas de las personas siguen escépticas ante la pandemia. Ella considera que esta situación cambiará cuando en Autlán se registre la muerte de una persona a causa del COVID-19.
“Hasta que no haya un fallecimiento aquí en Autlán la gente va a empezar a decir, entonces sí es cierto. Pero como que la gente no lo toma con responsabilidad, hasta que lamentablemente nos llegue o hasta que un familiar cercano tenga los síntomas, esperemos no tener que llegar a eso para que la gente realmente se cuide”, recomendó.
En el censo del 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) se dio a conocer que existen 475 mil 295 profesionales de la Enfermería en México. Esto indica que por cada mil habitantes hay 3.9 enfermeras.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía detalla que el 43% son profesionales o especialistas, el 31% técnicas, y el 26% auxiliares de enfermería.
Esta es información extraída de: Letra Fria
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