El fútbol y Sudamérica han sido dos conceptos o palabras que el transcurrir del tiempo ha conjugado hasta convertirse en un estilo definido, arraigado y aceptado por todo el mundo. Con un origen completamente alejado de las latitudes europeas, cada país miembro de la naciente Conmebol supo adecuar a las necesidades propias el nuevo deporte que estaba destinado a convertirse en la pasión totalitaria del sudamericano.
En los inicios del naciente juego, auspiciado por los migrantes que arribaron del viejo continente en el siglo XVIII, se gestaría la creación de instituciones deportivas que se desarrollaron en su entorno local y años más tarde ayudarían a cimentar las bases de un torneo que arraigara toda la esperanza futbolística del subcontinente. La Copa de Campeones de América fue la primera denominación para enfrentar a los campeones de los países agremiados en 1960. Tras los primeros cinco años, la competición anexaría el término Libertadores en honor de los próceres independentistas.
La serie de historias que se desprendieron a partir de la sexta década del siglo XX, fue el detonante para que la novela llamada Copa Libertadores de América fuera el pasaporte directo para la inmortalidad de equipos, jugadores y estadios a través de todas las ediciones que se han transformado en recuerdos imborrables para la psique en el cono sur.
Desde aquellos primeros momentos que el tiempo ha convertido en vestigios sacros para todo el adepto a los colores de su predilección, el torneo continental dio por enterado al mundo de la valía futbolística que desde Avellaneda se gestó como el máximo ganador de la competición, con los siete títulos de Independiente en 1964, 1965, 1972, 1973, 1974, 1975, 1984. Además del encumbramiento de figuras como Mario Rodríguez, Ángel Rojas, Daniel Bertoni, Luis Artime, Vicente De la Mata, Jorge Burruchaga y Ricardo Bochini bajo el escenario que mitificó el antiguo estadio doble visera que fungió como casa del demonio rojo hasta el 2005.
Paradójicamente el poderío que imperaba desde el departamento de la capital pampera, se trasladó hacia el populoso barrio de Boca Juniors con el bicampeonato de 1977 y 1978. Las acciones que desde esos años formarían el recorrer del equipo bostero en la competencia lo harían convertirse en el segundo cuadro con mayor número de títulos, debido a los obtenidos en la primera década del nuevo milenio: 2000, 2001, 2003 y 2007, bajo la dirección de Carlos Bianchi, quien se apoderaría del record como el técnico más ganador del torneo. La leyenda de La Bombonera se ha diseminado en Sudamérica y el mundo, como un estadio que recobra vida cada encuentro en los que elementos como Hugo Gatti, Roberto Mouzo, Rubén José Suñé, Oscar Córdoba, Jorge Bermúdez o Juan Román Riquelme saltaron a su campo.
La bonanza que había sobrellevado el torneo continental se contextualizo a través de los pocos kilómetros que depara el otro extremo del Rio de la Plata, en la otrora ciudad de Montevideo. Sede y lugar de origen de Peñarol, la entidad más laureada de Uruguay, quienes tuvieron el honor de conseguir los dos primeros títulos en el certamen (1960, 1961) además de los subsecuentes 1966, 1982 y 1987, en los que el equipo charrúa se posicionó a nivel mundial gracias a dos generaciones de futbolistas encabezados por Alberto Spencer, Pedro Rocha, Juan Hohberg, así como la segunda comandada por Fernando Morena y Diego Aguirre, hechos atestiguados por los miles de carboneros que dotaron de humanidad al añejo Centenario.
En respuesta inmediata a los triunfos que desde las urbes se denostaba, vendría la revolución emanada desde La Plata, ciudad argentina que había enfocado todo su esfuerzo en impulsar a su equipo de fútbol: Estudiantes. Bajo la estructura de la cantera se formó un conjunto que consiguió el tricampeonato de manera consecutiva: 1968, 1969 y 1970, con Osvaldo Zubeldía a la cabeza técnica y jugadores como Juan Echecopar, Ramón Aguirre Suárez, José Poletti, Juan Ramón Verón y Oscar Malbernat. El regreso campeonil a la escuadra pincharrata en el 2009 de la mano de Leandro Desábato, Germán Ré, Gastón Fernández, Mauro Boselli y Juan Sebastián Verón inscribieron a la entidad platense como el único tetracampeón del Sudamérica.
A las instituciones que han sabido llevar la máxima cantidad de trofeos a sus vitrinas, se equipararon clubes de igual magnitud local e internacional, aunque no con el número de títulos que los primeros, pero con el respaldo de sumar tres triunfos continentales en su haber, así como de contar con figuras emblemáticas y un inmueble de respeto para los rivales. En el caso de los clubes tricampeones de América se encuentra River Plate; el conjunto millonario encontró el escenario perfecto y la unificación de los criterios competitivos para obtener la copa en 1986, 1996 y 2015, con triunfos que catapultaron a figuras como Norberto Alonso, Hernán Díaz, Leonardo Astrada, Ariel Ortega, Marcelo Gallardo, Enzo Francescoli y Hernán Crespo, para cimentar al equipo de la banda roja en la supremacía del torneo y acarrear el orgullo por los colores que emana desde el Monumental del barrio de Núñez.
La lejanía con la que se apreciaban los eventos máximos desde la tierra amazónica, se extinguieron para convertirse en parte primordial de la historia futbolística. El primer gran caudillo que surgió de entre los millares de equipos de Brasil fue el modesto club Santos, que representó el poderío que desde Sao Paulo se encargaría de conseguir el bicampeonato 1962 y 1963. La base del equipo fue capaz de eclipsar a propios y extraños debido al despliegue de jugadores como Zito, Dorval, Mengálvio, Coutinho, Pepe y o reí Pelé. Para volver a deambular en la penumbra hasta la nueva conquista copera en 2013, apoyados por una generación que supo extraer los vestigios de antaño y así posicionar los nombres de Elano Blumer, Paulo Ganso, Ze Eduardo, Leo Bastos y Neymar Jr. al mapa del fútbol.
En la misión directa de socavar los históricos logros del equipo albo proveniente del puerto de Santos, entraría en escena el poderoso Sao Paulo FC para mediar un lapso de hegemonía de manera local en el brasileirao, además de conseguir el bicampeonato continental en 1992 y 1993, con la figura desde el banquillo de Tele Santana, quien supo guiar a un grupo de jóvenes promesas como Zeti, Cafú, Palhinha, Müller, Pintado y Raí. A la postre vendría una noche más de gloria para el conjunto que ha hecho del estadio Morumbi una de las aduanas inexpugnables de visitar, gracias a la actuación de Rogério Cení, Cicinho, Lugano, Josué, Danilo y Amoroso en 2005.
En automático a la expansión jerárquica carioca, vino otro concepto que se asimiló como la respuesta contestataria desde tierra guaraní. El llamado decano de la capital Asunción, se ha mantenido como el cacique de la liga local y base primordial de la selección albirroja.
Tras años de participación en la Libertadores vendría el primer título en 1979 con base a elementos como, Roberto Fernández, Carlos Kiese, Milcíades Morel, Julio Romero y Evaristo Isasi. Tras solo once años después, Olimpia volvería a obtener la copa gracias a la conjunción de un cuadro que comandaban Adriano Samaniego, Raúl Vicente Amarilla, Luis Monzón, Ever Almeida y Jorge Guasch. Una vez iniciado el nuevo milenio se gestó la tercera conquista del llamado expreso decano en 2002, de la mano de Ricardo Tavarelli, Julio C. Enciso, Julio C. Cáceres, Sergio Orteman y Richart Báez que cimbraron al coloso de concreto llamado defensores del chaco.
A través del paso de las décadas y los torneos de la contienda, equipos de una misma ciudad han emergido para menguar en los otrora éxitos de los vecinos que se volvieron incomodos. Montevideo se ha convertido en un ejemplo que ha denostado en la historia de la Libertadores, puesto que de sus entrañas barriales han surgido dos instituciones capaces de hacer frente a lo que sucede en la sociedad futbolística sudamericana. Si bien el hecho primigenio del conjunto carbonero se dimensionó a primera instancia, no hubo que pasar mucho tiempo para conocer de la contraparte deportiva.
El Club Nacional de Football, supuso la rebelión táctica que lo llevaría a conseguir su primer título en 1971, con jugadores como Atilio Ancheta, Juan Carlos Blanco, Luis Cubilla, Ildo Maneiro, Luis Artime y Julio César Morales. Entre los cambios generacionales que habitualmente se suscita en la vida de las oncenas, el paso triunfador de los llamados bolsos se haría posible hasta 1980 cuando conquistaron el segundo trofeo con el peso de los baluartes Washington González, Arsenio Luzardo, Alberto Bica, Waldemar Victorino y Julio César Morales. Los momentos de éxtasis supremo llegarían de nueva cuenta en 1988, cuando el estadio Centenario y una multitud apreciaron la conquista de Hugo De León, Santiago Ostolaza, Ernesto Vargas, Juan Carlos de Lima y William Castro.
La otrora ruta triunfal de las instituciones sudamericanas más laureadas puede tomar su última escala en la ciudad de Porto Alegre, bajo la denominación de su equipo Gremio, institución fundada por ingleses y alemanes en 1903. Y que comparte con los anteriores clubs con el honor de haber obtenido la Copa Libertadores: 1983, 1995 y 2017 con el resguardo de planteles historicos en los que nombres como: Hugo De León, Tita, Renato Gaúcho, Francisco Arce, Emerson, Jardel, Arthur, Kaio y Luan.
Los momentos en los que se ha envuelto la segunda competencia de envergadura en el mundo, incalculablemente proporcionan el ambiente que mantiene la magia, pasión, abertura y arraigo entre la sociedad cohabitante en el cono sur. Bajo las distintas acepciones que los países han adaptado a su fisiología en pos de vivir las distintas fases del torneo, de exponenciar el honor de su país y la valía que salvaguarde el prestigio ganado por generaciones de futbolistas en el pasado.
El tiempo aguardara a cada nueva institución que llegue hasta la instancia de ceñirse la corona del continente americano, en la encrucijada de poder sobrellevar la conquista del sueño libertador.
