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La toma de decisiones bajo escenarios de riesgo e incertidumbre

«La incertidumbre es una margarita

 cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar»
Mario Vargas Llosa (1936…),
escritor peruano, premio nobel de literatura.

Se dice que la vida está marcada por el destino ya sea marcado por las Moiras, las Parcas, o por la voluntad divina. Disiento, cuando considero que nuestra realidad, nuestra actualidad, es consecuencia de las decisiones del pasado y que nuestro futuro depende en gran medida de las decisiones del presente.

Si nuestra realidad y nuestro destino dependen en buena medida de nuestra toma de decisiones, vale la pena considerar ¿cómo es que tomamos decisiones? La toma de decisiones está en función de la incertidumbre que tengamos y del riesgo que somos capaces de afrontar.

Aparecen dos términos que es necesario tratar de explicar, incertidumbre y riesgo. La incertidumbre está relacionada con la información o conocimiento que nos permite predecir la realidad, que causa duda e inseguridad en función de: la exactitud, la veracidad, la precisión, la consistencia o la calidad de dicha información. A partir de la incertidumbre tomaremos un riesgo u oportunidad; entre mejores habilidades y capacidades tengamos, así como mejor comprensión tengamos de la información, menor será el riesgo; aunque en ocasiones tomaremos la oportunidad a pesar del riesgo, con la poca o mala información que tengamos al respecto de alguna situación. Hoy en día, los sistemas de gestión de calidad como ISO 9001 establecen como una de sus requisitos, el pensamiento sistémico basado en el riesgo y las oportunidades.

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La incertidumbre y la toma de decisiones la encontramos en diferentes aplicaciones, por ejemplo, cuando nos sentimos enfermos: podemos automedicarnos; o bien acudir al médico, posiblemente el médico, basado en su auscultación y diagnóstico clínico nos dé una receta para aliviar los síntomas o mejor aún las causas; o en su lugar solicite que se realicen análisis clínicos básicos de laboratorio como las biometrías; o si la duda, la incertidumbre o el riesgo de la posible enfermedad es mayor, posiblemente acuda al análisis de imagenología médica como los rayos X, el ultrasonido, la resonancia magnética o la tomografía. Todo esto buscando un orden mayor de exactitud que nos permita reducir la incertidumbre y por lo tanto el riesgo con respecto al diagnóstico de la enfermedad. Acertadamente uno de los padres de la medicina moderna, el médico canadiense William Osler (1849…1919), dijo que «la medicina es la ciencia de la incertidumbre y el arte de la probabilidad».

El nivel o tipo de incertidumbre que tengamos determina la forma en que tomamos decisiones y como abordamos los riesgos. La clasificación -taxonomía- de los tipos de incertidumbre de acuerdo con Christof Tannert (2007), nos permite identificarnos con la forma en que tomamos decisiones:

  • Cuando tenemos buena información, exacta, basada en el conocimiento científico, en la verdad, la realidad, con buenas referencias, tomaremos decisiones objetivas y justificadas, guiados por el conocimiento.
  • Muchas veces el conocimiento racional se ve influenciado en forma aleatoria por cuestiones metafísicas o especulativas, por creencias, cuando no conocemos lo desconocido incluso por la ciencia, y acudimos a algún dios de lo desconocido, en este caso nuestra decisión, aunque objetiva es cuasi-racional.
  • La incertidumbre llega al bastión de la subjetividad, cuando tenemos que tomar nuestras decisiones en base a dogmas o reglas preestablecidas: morales, éticas, religiosas, cívicas, técnicas, normativas.
  • La mayor incertidumbre la encontramos cuando la incertidumbre y la confusión son la regla, la barbarie, el caos, en esos casos tomamos decisiones apoyados sobre todo en la intuición, en los instintos, en el sentido común, el cual como se dice es el menos común de los sentidos.

, La toma de decisiones bajo escenarios de riesgo e incertidumbreEn condiciones de poca incertidumbre, la toma de decisiones se lleva a cabo en el dominio del cerebro racional, el cerebro que piensa, haciendo uso de los hemisferios izquierdo y derecho, apoyando decisiones receptivas. Al incrementarse la incertidumbre hace que nuestro cerebro ceda el control al sistema límbico, el cerebro emocional, el cerebro que siente, el que regula las respuestas fisiológicas y los instintos humanos, provocando decisiones reactivas.

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                                                                                              [Teoría del cerebro triúnico de Paul MacLean]

Seguramente han observado que, en los procesos de precampaña y campaña electoral de los candidatos a puestos políticos de representación de la población, normalmente se generan infinidad de encuestas que pierden su objetividad cuando no son consistentes en el resultado del posible ganador, o cuando la publicidad política en lugar de informar, logra todo lo contrario, creando caos y duda. En esta condición, ¿qué parte de nuestro cerebro tomará la decisión de la elección?

Finalmente agregaría que de acuerdo con la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en su cuestionado informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), se considera como una competencia matemática-científica esperada para la educación básica -de las nuevas generaciones-, desde la edad preescolar, el concepto de incertidumbre y la interpretación de datos y pruebas científicas. Es decir, distinguir la verdad y la realidad, entre el caos de información sesgada, amañada, ‘fake news’, e información controversial, ¿acaso la mejora en la toma de decisiones requiere de un cambio o evolución generacional?

Los invito a un ejercicio de introspección y preguntarnos -parafraseando a Nelson Mandela- ¿cómo tomamos las decisiones que forjaran el futuro?, ¿a partir de los miedos o de nuestras esperanzas?

Les dejo algunas frases que sintetizan el concepto de incertidumbre y su relación con la inteligencia para la adecuada toma de decisiones: como la del filósofo prusiano Immanuel Kant (1724…1804) «Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbre
que es capaz de soportar
»; o la del físico estadounidense y premio nobel de física, Richard Phillips Feynman (1918…1988) «Prefiero la incertidumbre a respuestas falsas», «Puedo vivir con incertidumbre». Aunque habrá que reconocer que hay pensadores como el psicoanalista suizo Carl Gustav Jung (1875…1961), que afirman y con razón que «Las grandes decisiones de la vida humana tienen como regla general mucho más que ver con los instintos y otros misteriosos factores inconscientes que con la voluntad consciente y bien el sentido de razonabilidad».

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