, La vida sobre una bici

La vida sobre una bici

Un medio habitual de transporte en nuestros pueblos y ciudades, ha sido “la bici”. Aunque noble y práctica, ha perdido terreno en las calles frente al uso del automóvil particular, en calles y sistemas de transporte pensados en el coche.

Diseñar las calles para los autos, ha hecho inequitativo el uso del espacio público para transeúntes y ciclistas, quienes, a pesar de llevar preferencia, según la “Pirámide de Movilidad”, frecuentemente se ven en desventaja en sus trayectos. Frente a esto, han surgido replanteamientos que apuntan hacia sistemas de movilidad integral, sustentable e incluyente. Para entender la relevancia de abrir espacios para que las personas puedan trasladarse de manera segura en bicicleta, es útil partir desde diversos planteamientos que pueden ser complementarios entre sí: Existen elementos en lo que dicta la Nueva Agenda Urbana, en los Principios del Derecho a la Ciudad o en los Objetivos de Desarrollo Sostenible; Una visión más pragmática pero igual de relevante, es la que nos da el contexto de crisis climática, ambiental y de salud pública que vivimos y la necesidad de generar resiliencia ante estos contextos, y algo sumamente relevante; las experiencias cotidianas y lo que se cuenta desde la calle.

Hablar de bicis es hablar de personas, sus vivencias, necesidades y estilos de vida. Conocer y entender historias como la que nos cuenta Edith, puede invitarnos a la comprensión y la empatía. Mujer, madre y profesionista, casi ya 11 años de su vida, han transcurrido sobre una bici.

Suscríbete a nuestro boletín

* Requerido

“Andar en bici es parte de lo que soy”

Recuerda que sus primeros trayectos constantes en bici, fueron desde Villas de Calderón –al poniente de Zapotlán- hacia el Centro. En once años las experiencias acumuladas son variadas, con voz suave y acompañada de la calma que dan los buenos recuerdos, cuenta aquella sensación de salir a las calles por la mañana: “Las calles frescas, el pueblo fresco, las personas que comienzan actividades del día, las señoras barriendo la calle, las personas comprando y vendiendo bolillo en las bateas de madera […] Está padre vivir eso en tu piel, en el ambiente sobre ti, cosa que no sucede cuando estás en el vehículo”.

Para ella, esto comenzó como una necesidad pues la bici era su vehículo. Aunque por un tiempo condujo una camioneta, lo que le permitió vivir las calles de distinta manera, fueron las experiencias que solo se sienten al ir en bici. En sus palabras, afirma que se enamoró de la bici, pues la considera un medio de transporte ideal. Aunque, como en casi todo balance positivo, existe una contraparte y es que advierte que “los vehículos consideran al ciclista en la calle porque lo ven, más no porque realmente lo respeten”.

Andar en bici pareciera algo de lo más habitual, sin embargo, es un acto de resistencia. Afirma que siempre se ha topado con personas que comparten las calles y el espacio público de manera adecuada. No obstante, tuvo que recurrir a la protección que dan un casco, un chaleco reflejante y en ocasiones un “buff” o una bufanda, principalmente por dos motivos: El primero, hacerse más visible en la calle como ciclista, y el segundo, cubrirse para evitar acoso en las calles. Ha logrado ser vista y respetada como ciclista, con el “plus” de tener el beneficio de reducir las miradas, los murmullos y los chiflidos en la calle. Aunque este es un gran recordatorio de lo que nos falta por avanzar en educación vial y en respeto con enfoque de género.

Al final, todo esto ha forjado identidad y por eso afirma que andar en bici, es parte de lo que es. Ratifica su relato con un “está chido que las personas se muevan en bici”.

Andar en bici, es también un asunto de salud pública

“Es algo que haces también por ti, es una actividad física”. Abrir cada vez más espacios para las bicis en las calles, es un gran salto porque implica que la y el ciclista, dejen de estar relegados y ese salto debe ser secundado por un fomento real a la cultura del cuidado. Es decir, sentar las condiciones para reducir los riesgos que puedan correrse a la salud y en este momento plantea la reflexión, de si a tomadores de decisiones, les ha tocado subirse a una bici e ir detrás de un camión volteo que echa humo negro.

Fiel a su estilo, no deja de ser optimista y hace afirmaciones sobre los beneficios de andar en bici, pues desde su experiencia:

  • No se padece el tráfico ni el estrés de buscar un estacionamiento
  • Te transportas, haces ejercicio y ayudas a tu cuerpo
  • Ayuda a tu salud y ayuda al entorno
  • La bici nos permite tener cercanía

A la voz suave y calmada con la que hablaba sobre las mañanas frescas, le añade algo de nostalgia para decir que añora aquellos días en los que de manera habitual había bici paseos en la ciudad, pues se extraña aquel ambiente de sentirnos en comunidad.

La y el ciclista, le aportan beneficios a la vida urbana. La ruta a seguir es reconocerles y retribuir esos beneficios con mayor equidad en las calles. Para quienes aún dudan sobre subirse a una bici, Edith, sencilla y ligera en sus expresiones, hace una invitación: “Anímense y súbanse a una bici”.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Configurar y más información
Privacidad