, Mario decide vivir: el tabú del VIH en el sur de Jalisco

Mario decide vivir: el tabú del VIH en el sur de Jalisco

Antes de enterarse de que vivía con VIH, Mario tenía una vida ordinaria. A sus 18 años se mudó de su municipio a Ciudad Guzmán, en la misma región sur de Jalisco, motivado por estudiar una carrera para convertirse en profesionista.

Su escuela era demandante, pero desde que comenzó a cohabitar esta ciudad con otras 105 mil personas, Mario –cuyo nombre real se reserva a petición del entrevistado- consiguió empleo en una fábrica. De lunes a viernes laboraba un turno completo, eso le permitió sumar al dinero que con esfuerzo le daban sus padres para su manutención. Al ser hijo único, era apoyado por ellos en todo lo que podían.

Desde que el ferrocarril Manzanillo-Guadalajara comenzó a circular por Zapotlán en el ocaso del porfiriato, esta localidad concentra oficinas de los gobiernos estatal y federal, mercados, bancos, hospitales y, desde el sexenio de Adolfo López Mateos (1958-1964), escuelas de educación superior.

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* Requerido

Hoy, uno de cada 10 habitantes de Ciudad Guzmán cursa una de las 40 carreras y posgrados que ofertan en suma el Instituto Tecnológico de Ciudad Guzmán, el Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara, el Centro Regional de Educación Normal y la Universidad Pedagógica Nacional. Mario es un nombre y un rostro de esa población.

Durante su carrera, este joven vio cómo cada año el Colectivo Zapotlán VIHVO instalaba toldos en los pasillos de su escuela y cómo varios de sus compañeros universitarios se pitorreaban de las personas que se acercaban: “si eran hombres, era porque querían condones; y si eran mujeres, porque eran putas” recordó.

La inquisición en los tiempos de la “ciudad del conocimiento”

“Ciudad del conocimiento” es la muletilla que los políticos locales suelen utilizar después de referirse a la población universitaria de Ciudad Guzmán durante sus discursos. Sin embargo, en plena segunda década del siglo XXI, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA) siguen siendo temas tabús en la ciudad y en la región.

Después de conocer historias como la de un paciente al que un médico regañó por ser homosexual, la de un hospitalizado al que enfermeras le colocaron el letrero ‘SIDA’ en su puerta y las de varias familias que enclaustraron a un hijo o hija por tener VIH, Rodrigo Aguilar Cornejo y Federico Pérez Martínez crearon la asociación civil Colectivo Zapotlán VIHVO.

Desde el año 2014, el Colectivo ofrece talleres de prevención, pruebas gratuitas de detección y acompañamiento a personas diagnosticadas con el virus. Todo esto con recursos gestionados ante empresas locales como Chocolate Aire Paz, instituciones como la Secretaría de Salud y organizaciones internacionales como la AIDS Heltcare Foundation.

“Vivir con VIH no significa que vas a morir pronto. La esperanza de vida de una persona con VIH, y que sigue el tratamiento antirretroviral, es casi igual a la de alguien que no vive con el virus, que en México es de 76 años. Lo mismo pasa con la calidad de vida: se puede mantener plenamente siguiendo las indicaciones médicas, por supuesto”, dijo en entrevista Rodrigo Aguilar Cornejo, presidente de Zapotlán VIHVO.

Para Federico Pérez Martínez, director del colectivo, la mejor forma de evitar la transmisión del virus, de mantener la calidad y esperanza de vida y de abolir la discriminación hacia las personas que viven con VIH es informar a la población. Por eso considera que es importante que las y los líderes de opinión de la localidad que son profesores, médicos, políticos y sacerdotes, desarrollen sensibilidad sobre el tema, se informen a sí mismos y compartan esa información sin un sentido alarmista.

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Guía para vivir con VIH

Semanas antes de confirmar que vivía con VIH, Mario lo sospechaba. Sus búsquedas en internet, ensayos escolares y charlas con personas más cercanas comenzaron a girar en torno al virus que fue reconocido como epidemia en México en 1985.

Durante un mes padeció una tos perruna que no se le quitaba ni con la medicina recetada ni con los cuidados sugeridos por un médico. Fue entonces cuando decidió acudir al Colectivo Zapotlán VIHVO a hacerse la prueba.

El año pasado, el día en que la iglesia católica celebra a la virgen de Guadalupe, la vida de Mario se puso en pausa. Tras conocer el resultado de su prueba, una tormenta invernal comenzó a caer en su pecho y lo paralizó de pies a cabeza. Esa parálisis lo hizo ser alcanzado por el desasosiego y el miedo.

En la sala donde transcurrió la entrevista, Mario mira el techo como si mirara al infinito y suspira antes de hacer un silencio prolongado. “Sentí que le había fallado por completo a mis padres, a mi novia, a mis seres más cercanos, a mí mismo. Sentí que ya no iba a ningún lado, que nada tenía sentido, que me iba a morir pronto”, dijo mientras estrellaba las yemas de sus dedos pulgares.

Antes de aplicar una prueba rápida a la persona que se los solicita, los integrantes del Colectivo Zapotlán VIHVO siguen un protocolo. En privado, le explican qué es el VIH, cuáles son las formas en las que se transmite, cuáles son sus síntomas y cómo los avances científicos han hecho que aún no exista una cura, pero sí el tratamiento que impide que el virus se desarrolle y llegue a su etapa más aguda: el SIDA.

“Este protocolo informativo lo seguimos para que, en caso de que la prueba arroje un resultado positivo, la persona reciba la noticia de manera informada y no se desplome”, explicó Aguilar Cornejo.

Aunque el Colectivo y los médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social le habían explicado que su detección estaba a tiempo para comenzar el tratamiento antirretroviral, no sin temor, Mario compartió los resultados con su círculo más cercano, del que esperaba cualquier reacción, incluso una adversa. Pero al recibir la noticia sus padres, su novia, su patrón, sus amigos de la escuela y del grupo católico artístico del que forma parte, no lo juzgaron. Al contrario, de ellos recibió el apoyo que lo hizo sentirse fortalecido y animado a seguir viviendo. La tormenta invernal comenzó a menguar.

“Yo sé que soy afortunado porque mis seres queridos me han apoyado. Me siento agradecido, pero sé que hay casos en los que las personas que resultan seropositivas son rechazadas, incluso por sus familiares. Eso es resultado de la falta de información. Vivir con VIH implica cuidados especiales, sí, pero no es excusa para que las personas te rechacen”, explicó Mario mostrando arrojo en su semblante.

El tratamiento antirretroviral más utilizado para contener el progreso del VIH consiste en tomar dos pastillas diarias antes de dormir. Según la Medición de gasto en SIDA del Centro Nacional para la prevención y el control del VIH y el SIDA (CENSIDA), del 2012 al 2013 – dato más actualizado en su página web- la Secretaría de Salud le dio tratamiento gratuito a 83 mil 545 personas –el equivalente a la población de los municipios de Autlán de Navarro y El Grullo, Jalisco, juntos.

El Estado Mexicano aportó 88.7% de la inversión y el resto lo pusieron fondos privados e internacionales.

Cada dosis diaria tuvo un costo de 254 pesos. En total, ese año se invirtieron siete mil 753 millones 645 mil 297 pesos mexicanos, al tipo de cambio de diciembre del 2012. Dinero equivalente a más de la mitad del presupuesto de la Universidad de Guadalajara del presente año: 12 mil 504 millones de pesos.

Según Aguilar Cornejo, conseguir una dosis de antirretroviral con una receta de un médico privado el día de hoy tiene un costo que oscila entre los 330 y los 530 pesos mexicanos. Mientras, el Registro Nacional de casos del CENSIDA señala que, al 31 de marzo del 2017, en México había registradas 67 mil 327 personas viviendo con VIH, de las cuales mil 787 son hombres y 479 son mujeres jaliscienses.

La Secretaría de Planeación de Jalisco, en su base de datos llamada Monitoreo de Indicadores del Desarrollo (MIDE), da cuenta de cómo la detección de casos de VIH y SIDA en el municipio de Zapotlán el Grande se acrecentó exponencialmente desde el 2014, año en que comenzó a operar el Colectivo Zapotlán VIVHO: del 2008 al 2013 en el municipio fueron diagnosticados tres casos, pero del 2014 al 2016 se registraron 31.

Otros municipios de la región sur de Jalisco donde también se registraron casos de VIH y SIDA del 2008 al 2016 fueron San Gabriel con dos, Tuxpan tres, Tamazula de Gordiano seis y Zapotiltic 12.

Mario fue el último registro de VIH por el Colectivo. Comenzó el tratamiento hace cuatro meses y el único efecto secundario que sintió fueron nauseas al estar acostado durante la primera semana, a esa sensación le apodan de forma coloquial “la cama voladora”. Hoy, a un año de terminar su carrera, se alimenta mejor, se ejercita al salir de su trabajo en la fábrica, toma una copa de vez en cuando, sigue en el grupo católico artístico y pasa su tiempo libre con su novia.

Este joven de 22 años se siente agradecido por contar con el apoyo de sus seres queridos y es consciente de que no todas las personas que se enteran que viven con VIH reciben el mismo respaldo. Por esa razón, y por la experiencia del acompañamiento que recibió del Colectivo Zapotlán VIHVO, expresó que junto con su proyecto personal de formar una familia, su proyecto profesional consistirá en combatir la discriminación y prevenir la transmisión del virus.

“Lo ideal sería que todas las personas se hicieran pruebas cíclicamente; no sentir miedo por los resultados y, si el resultado fuera positivo, no temer compartírselo a tu pareja o a tus personas más cercanas. El VIH es un padecimiento para toda la vida, como otros. Pero, con el cuidado necesario, quiero seguir viviendo”.

*Reportaje publicado en la edición de septiembre del 2017 del periódico El Puente

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