Si hay algo que me hace recordar a mi abuelo, es la nieve. Días antes de que él muriera, el mejor gesto que tuvo conmigo fue el regalarme una sonrisa e invitarme una nieve al salir de la escuela.
En ocasiones me pongo a pensar ¿qué recuerdos les traerá la nieve a las personas?, es por eso que en esta ocasión fui a entrevistar al señor Roberto Hernández, quien es un nevero que conocí, gracias a que mi papá, de niña me llevaba a comprarle.
La neveria “La Reynita” está ubicada en el centro histórico de Ciudad Guzmán, a un costado de la catedral. Ahí atiende don Roberto, tiene 40 años vendiendo nieve y su papá qué aún se encuentra trabajando, tiene 54 años preparando y vendiendo la nieve. Su horario de atención es de 11 de la mañana, hasta las 8 de la noche.
“Tenía como 14 o 15 años cuando empecé a rentar el carrito. Toda mi familia, todos mis hermanos se dedican a la venta de nieve. Anteriormente mis papás eran los que la preparaban y ya nosotros nomás la vendíamos, pero ahora ya cada quien la prepara”.
Cada nevero se suele caracterizar por su diferente forma de preparar la nieve, ya sea por el sabor, color y el barquillo. Es así como el papá del señor Roberto decidió dar a conocer sus carritos de nieve con el nombre de “La Reynita”.
“Yo le pregunto a mi papá que me cuente de dónde viene el nombre de ‘La Reynita’. Él es de un pueblito que se llama Tepec que está rumbo a Tapalpa y el se vino de allá para Guzmán y creo que había en aquél entonces una ferretería chiquita que se llamaba La Reynita y por eso él le puso así”.
El señor Roberto me platicó la diferencia entre nieve y helado. Me dijo que la nieve es la que está hecha de leche de vaca, o sea leche bronca. El helado, es preparado con leche en polvo y sabores artificiales por esa razón suele ser más cremoso. “Nosotros lo que es la nieve es con productos naturales, es [preparada] todavía a la antigüita”.
El proceso para hacerla tarda 45 minutos cada sabor y además, el tiempo de preparación depende mucho del sabor, por ejemplo, la de chocolate por ser más dulce, es un sabor que tarda más en prepararse.
“Son bastantes años que tenemos trabajando la nieve, y yo creo que ya aprendimos a hacerla. La nieve para mí ahora sí que es muchas cosas, por ejemplo, para los niños una golosina y también puede ser para unir a la familia”.
Se sabe que hay infinidad de sabores de nieve, todo dependiendo de la región a la que vayan a probarla. Existe desde los sabores de tequila, suculenta, cerveza, pétalos de rosa, elote, camarón hasta el sabor más común como lo es la vainilla o nuez.
Los sabores que don Roberto ofrece son: chocolate, vainilla, nuez, limón, guayaba y café, aunque en ocasiones ha llegado a implementar nuevos sabores como lo es la nieve de plátano, merengue y crema de limón.
“De niño la de fresa y vainilla eran las que más me gustaban. Me da mucho gusto [ser nevero] y más por mi padre porque ya está grande y sigue aun trabajando y eso me da más fuerzas para seguir”.
Como no recordar cuando probabas tu nieve y de pronto se te “congelaba el cerebro”, pero, aun así, seguías consumiéndola. O el haber escuchado el grito del nevero que iba por las calles de la ciudad.
“Anteriormente yo trabajaba en las calles, pero por mi rodilla fue que ya me dejaron vender aquí en el centro histórico. A mí me gustaba trabajar por las calles porque a veces uno tiene la oportunidad de vender más que estar establecido en un lugar. Pero ya ahorita mucha gente me conoce de años, pasan a saludar y ya llegan a la nieve.”
Con un clima frío o caliente, el señor Roberto está en su puesto esperándonos para degustar una rica y refrescante nieve, con el mismo sabor que sólo él y su familia le saben dar.
Periodista y fotógrafa especializada en el periodismo gastronómico y cultural. Egresada de la Licenciatura en Periodismo del Centro universitario del Sur.