, Las carrilleras de Adelita

Las carrilleras de Adelita

Rieleras y juanes, estamos en tiempos de Feria Internacional del libro y hoy lo que toca es recomendar precisamente obras que aportan.

Es el caso de “La rebelión de las audiencias”  de Jenaro Villamil cuya lectura me desacomodó la interpretación tradicional que le damos al paradigma de Lasswell, ¿se acuerdan de aquel “quién dice qué a quién por qué canal a quién y con qué efectos”?, sucede que el segundo “quién” salió de su modorra cuando se dio cuenta que el canal se diversificó y cambió de dueños y los efectos del proceso comunicativo se alteraron a tal medida que el primer “quién” dejó de tener la claridad y certeza que tenía siempre acostumbrado a ser la primera parte del proceso comunicativo. Este libro editado por Grijalbo narra en 182 páginas cómo es que eso sucedió.

La disertación textual de Villamil habla de receptores empoderados y del vertiginoso proceso que siguieron para derrumbar las rutinas mediáticas acomodaticias y anquilosadas en los emisores acostumbrados a mandar.

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* Requerido

El arranque ancla al lector a través de la furia que le genera recordar el desdén del magnate atigrado, por su mote y sus modos gatunos en tanto que indiferentes, hacia su público al que llama “jodido” y a quien ni siquiera le agradece el encumbramiento que por años tuvo su emporio, fuente de riqueza, pero particularmente de poder.

El autor hace alusión a mentes brillantes de observadores del ámbito mediático desde la literatura, la sociología y la comunicación como Carlos Monsiváis, Raúl Trejo Delarbre, Manuel Castells, Asa Briggs y Peter Burke, así como de Mariano Cebrián Herreros quienes en diferentes momentos de la obra hacen caracterizaciones analíticas particulares de los fenómenos del rating al zapping, así como de la convergencia y la conectividad. De la fragmentación de las audiencias gracias al uso combinado de la oferta televisiva y la experiencia crítica, pero no siempre reflexiva y menos responsable, de quienes emiten comentarios en las que se han convertido unas todopoderosas redes sociales y buscadores en internet.

Resulta interesante y revelador el recuento de las encuestas relativas al descrédito en que ha caído la administración peñista, si los números son contundentes, puestos en la perspectiva de la disminución de la confianza de los mexicanos en su gestión desde 2012 y hasta este 2017, resultan devastadores…claro para la clase política.

Villamil recapitula y señala acerca de las tendencias de esta rebelión que no es que las audiencias, vean menos televisión, sino que lo hacen de una manera diferente, mediada por las redes sociales, esto es: audiencias convergentes más dinámicas caracterizadas por la interactividad de una comunicación más horizontal; hipertextualidad que potencia la exploración de la red de conexiones; instantaneidad en la transmisión de información; interacción que hace flexible la bidireccionalidad del proceso de comunicación; y la movilidad de las plataformas.

El autor se refiere a la evidente la ruptura de la posibilidad de prevalencia de monopolios de opinión impedidos ante la crítica social del sistema de comunicación que lo mismo se dirige a las televisoras que a la clase política y a los otrora intocables como el ejército, las iglesias y los empresarios.

Alude al Cross media, como un concepto más adecuado para el análisis de las audiencias convergentes ante los probados fracasos de medición de audiencia de la era analógica.

La rebelión de las audiencias que revela Villamil con base en un análisis socio-comunicacional refleja la postura social en contra de la clase política, sean gobiernos o partidos a quienes los receptores mexicanos señalan como corruptos, cínicos y mentirosos. Para muestra los 28 millones de cuestionamientos en redes sociales al perdón recibido por Enrique Peña Nieto cuando fue exonerado por la Secretaría de la Función pública el 21 de agosto de 2015.

También hace un recuento histórico desde cómo la televisión nació en la cuna de la política posrevolucionaria, bajo el auspicio de personajes ligados al PNR, precedente del PRI-Gobierno, hasta la conformación del monopolio y la guerra de las televisoras, dando un repaso al desarrollo de la industria de la radio y la televisión. De esta manera, la obra de Villamil se convierte en referente tanto para el estudio de la historia de la televisión como para un análisis crítico de los ámbitos socio-políticos para quienes nos interesamos en bibliografía de programas de unidades de aprendizaje que impulse la reflexión de los jóvenes periodistas en formación.

Luego, detalla los avatares de la llamada Ley Televisa, de la oposición que tuvo, pero también de los movimientos al interior de los partidos que vislumbraron en la televisora la posibilidad del alcance del cargo como titular del poder ejecutivo sin medir el poder que se le daría a ese medio en particular –sí todavía más-para crecer sus tentáculos a través de la diversificación de sus negocios con el favoritismo gubernamental y la implementación de estrategias como lo que Villamil llama el matrimonio por conveniencia Televisa-Tv Azteca en el ámbito de la telefonía. Acción que y cito “constituyó un golpe a cualquier posibilidad de democratizar la estructura de los medios de comunicación en México” pero que más allá de eso sirvió para que el duopolio televisivo le hiciera frente al poder de Carlos Slim.

Llego el Telepresidente, como lo denunciaba el movimiento universitario yo soy 132, y con él las acciones de Peña Nieto para quitarse el apellido televisivo, sin dejar de lado las mañas priístas de represión de los jóvenes que en Facebook, You Tube, Twitter e Instagram hicieron notar su oposición ante la llegada de un presidente a todas luces producto de la construcción social mediada por Televisa. El autor detalla y analiza las reformas constitucionales de las telecomunicaciones en un ejercicio valioso para el estudio desde el derecho a la información a fin de hacer evidente el espíritu de simulación que prevaleció y quedó a deber en las aspiraciones de competencia equitativa para la transmisión televisiva y la telefonía.

El cierre de la obra aborda de manera específica cómo hemos llegado a la era del trending topic, del like y del on demand. Parte del resquebrajamiento de los medios que marcan la agenda, de los productos mercadológicos traducidos en políticos y del poder de las encuestas con la irrupción de la web 2.0 y el poder de las audiencias. Su principal característica es la anarquía, el autor alude a Umberto Eco quien llamó a este fenómeno “la invasión de los idiotas”, una desafortunada, y como lo llama Villamil, elitista descripción ante lo que luego Eco moderó al decir es producto de la evidente falta de una didáctica de la alfabetización para distinguir lo verídico de lo falso. Jenaro entonces hace una brecha entre el 70 u 80% de los contenidos en redes sociales que no valen la pena con el otro 10 o 20% que logra incomodar y generar nerviosismo entre las élites dirigentes e intelectuales. Los verdaderos tsunamis de la comunicación en redes han derrocado gobiernos y orillado a la renuncia de funcionarios, así como la movilización de miles de personas. Esta es una revolución tecnológica paralela a una transformación social profunda e incierta, señala el autor, quien aclara ante la acusación de Peña Nieto de que existe un “mal humor generalizado”, que lo que en realidad sucede es y abro comillas “la liberación de un estado de ánimo social que abrió las compuertas de una comunicación antes fuertemente sellada y controlada” cierro la cita y parafraseo que no es frustración sino un levantamiento crítico y cuestionador del poder presidencial.

Las últimas páginas son también una fuente de conocimiento esclarecedor que vale la pena incluir en nuestros programas de estudio en tanto que describe a Twitter y Facebook como plataformas para promover mensajes de una clasificación de gestores, entre ellos periodistas.

Así es, el segundo “quién” lassweliano se impone, y en nuestro imaginario interpretativo del paradigma resalta de entre la mitad de la frase acuñada a mediados del siglo pasado, cuando se conformó el campo de estudio de la comunicación y ahora, sesenta y pico años después se levanta y cambia las reglas del juego comunicativo.

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