Fiestas Josefinas, tradición que ha sobrevivido temblores, conflictos armados, fenómenos naturales y ahora una pandemia. Pareciera que nada en el mundo puede detener a los feligreses de llevar a cabo esta celebración y el juramento San José.
Pero todo esto tiene origen en un desastre natural. Fue un 22 de octubre de 1749, cuando ocurrió un temblor, por lo que en diciembre de aquel año los zapotlenses realizaron una juramento al señor San José a raíz de un temblor. A partir de ahí, año tras año han realizado de manera ininterrumpida la fiesta religiosa.
El cronista de la ciudad José Fernando González Castolo, comentó que no fue sino hasta el año 1750 que organizaron primera fiesta como tal.
“El juramento nace en 1749, ese año por supuesto no hubo fiesta, hubo un temblor el 22 de octubre y por eso se hizo la festividad. Pero el juramento no se realiza sino hasta el mes de diciembre el 14, del mismo año 1749. El caso es que la primera fiesta que se lleva a cabo al señor San José es en 1750, y a partir de esa fecha año con año se lleva cabo la solemnidad al señor San José”.
El rector de la Catedral José María Santana Gómez confirmó esto, y contó que en ningún momento de la historia las fiestas se han cancelado, ni por revoluciones, ni terremotos, lluvias de ceniza o huracanes. Se han celebrado incluso a puerta cerrada, pero nunca han faltado al juramento.
“Desde que se hizo el juramento hasta la fecha no se han suspendido. Igual se han celebrado de forma diferentes. En ocasiones a puerta cerrada, pero se han celebrado, pues fue la revolución cristera, la guerra de reforma, los terremotos, la lluvia de ceniza, granizadas, el terremoto del 85, estuvo cerrada catedral un año, se trasladaron las imágenes al Sagrario, allá fue la fiesta. Entonces se ha celebrado en otros lugares o a puerta cerrada, pero nunca se han suspendido”.
La Feria de Zapotlán, más allá de lo religioso
Desde hace ya tiempo, desde 1925 para ser exactos, con la primera reina del pueblo, la celebración a San José no solo se ha limitado a una fiesta religiosa, sino que las fiestas del pueblo han ganado su lugar en la historia de la ciudad.
Desde los enrosos, bailes en el lienzo charro, carros alegóricos, la Feria Zapotlán con sus eventos culturales, el sonido de las trompetas y las tubas resonando a lo largo de los días de fiesta, todo eso que hoy está ausente, o al menos la mayoría de eso, ya que una que otra cabalgata sin autorización se rehusó a quedar guardada este año.
Sin embargo, el cronista Castolo comentó que estas fiestas profanas, como él las llamó, no tienen mayor significado que se suspendan, ya que estas fiestas no tenían nada que ver con lo religioso.
“Como era una fiesta que nació entre la elite social del poder, pues no había enrosos, no había carros alegóricos, era nomás llevar el novenario el mismo día de la fiesta de función. Ya ahora tenemos la feria de Zapotlán que se conjuga con las fiestas josefinas. Eso aparece a raíz de los movimientos cristeros. Ciudad Guzmán se vio desprovista de un movimiento económico que siempre nos ha generado octubre, para cuando se suspendió el culto religioso, pues vamos haciendo entonces una fiesta profana, y es cuando aparecen los bailes, que las coronaciones de reinas, que las exposiciones”, narró el cronista.
El rector de Catedral José María Santana Gómez dio su punto de vista sobre esto. De igual manera mencionó que estas “fiestas” tampoco tiene mucho que ver. Además que se alejan de lo que realmente es la celebración al señor San José, y muchos solo van a eso y se olvidan de las misas.
“Yo les hacía un comparativo a unos jóvenes de la disco; a la danza, ¿te cobran por entrar o no?, ¿la danza te cobra por verla? No. En la disco el humo que echan, el ruido fuerte, lo encerrado del lugar te afecta la vista, el oído, el olfato. Y cuál es la invitación a la disco, a beber, a drogarse. Entonces una invitación también a aprovechar que esta pandemia por el encierro, trabajo a distancia o muchas circunstancias está llevando a que las familias estén en casa a fortalecer los lazos, de manera civilizada”.
De igual manera el cronista de la ciudad coincidió con la invitación a vivir esta fiesta religiosa de forma diferente y realizarla como se hacía antes de las “fiestas del pueblo”, en un tiempo donde no había tanta periferia, ni tanto alcohol, peleas en el estacionamiento del lienzo charro, o dentro del lienzo… o en las calles… o en la feria… o en todo Ciudad Guzmán. Pero sobre todo un tiempo donde solo importaba agradecer al señor San José por los milagros que la gente le pedía.
“Algunas cosas se han sumado para bien sin duda alguna y le dan un aspecto muy vistoso y muy bonito a las fiestas. Pero te repito, creo yo que nos hemos salido ya en excesos que no debieron llevarse a cabo. Te digo, hay unas cosas que han cambiado para bien y otras para mal. Pero hay que ser enfáticos en que de ninguna manera estamos trastocando la esencia de los juramentos a San José y llevamos una fiesta diferente”.
Los pilares de la tradición
Este año, como ya es sabido, las fiestas se celebraron de manera diferente, una danza por día desde finales de septiembre hasta el 21 de octubre. Precisamente ahí, afuera de catedral, donde los sonajeros se reúnen antes de las ocho de la noche para entrar a catedral, se puede encontrar con un mundo de historias. Historias que se han convertido en los pilares de esta tradición.
Entre esas historias, se encuentra la de Patricia Hernández Morán, danzante de la cuadrilla de sonajeros Mazorqueros. Ella, al igual que muchos, cumple una manda por lo que año con año va y danza en honor a San José. Patricia expresó con orgullo que lleva danzando 12 años, y que, a lo largo de este tiempo, ha vivido varias experiencias que la han marcado. Relató con una voz melancólica, que ninguna como la actual pandemia.
“Todo lo que hemos vivido aquí en Zapotlán se vio muy afectado por esta situación, perdimos trabajo. Esta fiesta del señor San José, fíjate que le da empleo a todos. Porque los carpinteros que hacen sonajas, las personas que bordan, todo el pueblo se beneficia económicamente de la fiesta, yo creo que esa es una gran satisfacción”.
Pese a la situación, el cumplir una manda es la mayor satisfacción para quien acude a estas fiestas josefinas, ya que muchos de ellos aseguran que el señor San José les ha cumplido su petición. El padre Santana Gómez comentó que a veces son situaciones muy difíciles por las que pasan los sonajeros. A quienes se pudieron haber rendido, la fe les sirve como su motivación para seguir adelante, no importa que tengan que hacer manda hasta el día de su muerte.
“Los danzantes, la mayoría de ellos, tienen manda de danzar, algunos de toda la vida. Ahí entre los danzantes hay gente que fue secuestrada y que estando secuestrados invocaron a San José como intercesor, lograron ser liberados y su promesa es danzarle a Dios el resto de sus días. Hay gente que la libró de cáncer, gente que la libró de coronavirus, también con la misma promesa”, relató el rector de Catedral.
La señora Patricia rompió en llanto al explicar que el danzar no solamente lo hacen por sí mismos, sino por las personas que ya no están entre ellos, ya que esta pandemia les quitó a algunos de sus seres queridos. Es en honor a ellos que danzan, por los que ya no están, pero que seguramente los acompañan desde donde estén.
“Tuvimos compañeros que murieron a causa de la pandemia, traemos fotografías de todas las personas que hemos perdido en un año… Yo acabo de perder un ser querido muy cercano… apenas lo enterramos el sábado, el quería venir, desgraciadamente no llegó al día y pues aquí vengo a cumplir lo que el no pudo”.
Otra de esas personas que ya no están es “el abuelo” como lo conocían entre los Mazorqueros. Desde 2001 fundó la cuadrilla y desde entonces no dejó de acudir cada octubre a celebrar a San José. La señora Patricia lo recuerda con felicidad y sabe que él esta danzando ahí, con ellos, y lo seguirá haciendo.
“Todavía el año pasado estuvo aquí con nosotros, ya bien cansadito, pero se la aventó todavía, y ahora aquí viene (señalando su foto), acompañándonos también. Le fuimos a danzar hace un año para agradecerle porque ya no iba a poder a venir a danzar. El día que lo enterraron lo enterramos con la danza, todos fuimos a danzarle y lo llevamos al panteón… lo fuimos a dejar danzando”.
En otra obra de buena fe, la cuadrilla de sonajeros Mazorqueros reunieron despensa para donarla durante la pandemia. Esto también como una muestra más de agradecimiento al señor San José.
Un momento que quedará en la historia de Zapotlán.
Esta pandemia marcó un capítulo de la historia de las fiestas en Zapotlán, no solo para los creyentes del señor San José, sino también para quienes acuden a la fiesta pagana.
“A mí sí me ha tocado venir algunos días. Solo entré a catedral unos días, pese a que los danzantes sí han hecho un buen trabajo, pues siento que no es lo mismo. El ver a todo el pueblo reunido y ver todas las danzas juntas sí le daban otro aire, creo yo que mejor hubieran esperado a que todo esto pasara para realizar las fiestas como normalmente se hace pues”, expresó un zapotlense.
Por otro lado, también hay gente que extrañan más la feria y los bailes, ya que para ellos, le dan un color distinto a la ciudad, un atractivo turístico.
“Pues a mí me llamaba más la atención el ir a la feria o que venía tal artista, y pues ahora hasta se siente raro, porque están los danzantes, pero le falta algo más estos días, por mí mejor hubieran cancelado todo”.
Ahí, cerca de catedral, también hay personas que, desde su lugar, han tenido experiencias relacionadas a la tradición aunque ellos no dancen, pero que, de igual manera, también son parte de la historia.
Un señor mayor relata que a él le tocó vivir varias situaciones durante las fiestas, como el terremoto del 85 o el huracán. Pero esto lo va a recordar por mucho tiempo ya que nunca había pasado algo así.
“Fíjate, a mí me tocó vivir lo del terremoto, o lo del huracán de hace años, y yo pensaba que tampoco se iban a cancelar las fiestas. Digo, lo de la catedral ahí está, pero lo de la feria y los bailes, pues le daban como saborcito, pero, pues mientras se cuide la salud yo creo que es ganancia. Pero también creo que esto no va a ayudar mucho, nomás fíjate como está la gente amontonada”.
Sin lugar a duda, como las fiestas josefinas no hay otras, que pese a las adversidades se realizan sin falta. No importa que haya una guerra ahí afuera, una revolución, un terremoto que haya destruido parte del recinto donde celebran a San José, o exista algún fenómeno natural, o una crisis sanitaria. El dicho “la fue mueve montañas”, se puede ver reflejado en cada zapotlense.
Y es precisamente su fe la que puede más que cualquier obstáculo, la gente expresa su orgullo como lo ha hecho desde hace siglos y que seguirá hasta el fin de los tiempos, porque pareciera, es lo único que detendría estas fiestas josefinas.
Estudiante de la licenciatura en periodismo del Centro Universitario del Sur, ha colaborado en Radio Universidad, aficionado de la fotografía.