, Dinastías del ovoide: La casta del acero

Dinastías del ovoide: La casta del acero

La semántica que se ha desarrollado a partir de los hechos provenientes del terreno coloquialmente denominado como emparrillado, ha fortificado en demasía la transfusión diacrónica de conceptos noveles que tras la culminación de hitos históricos se volverían parte esencial de la disciplina del ovoide.

En la tercera década en el siglo XX, emanaría desde el estado de Pennsylvania una institución deportiva que años más tarde se posicionaría como la máxima ganadora de la época profesional, así también como de auspiciar la pasión de muchos adeptos a los colores de su jersey más allá de las fronteras de la unión americana. La etimología propiamente se dilucida hacia los vestigios del primer nombre: piratas, mote similar al de la otrora institución cohabitante de Pittsburgh y que se desarrolla hasta en la actualidad como novena del diamante.

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Con la homogeneidad en referencia a su par deportivo, el primer seudónimo  de la naciente entidad sería tomado por un lapso de siete años hasta que en 1940 fue definitivamente erradicado para autonombrarse acereros en honor a la pujante industria que domina la ciudad.  A la era de cambios, le sobrevino un periodo en que la institución se fusionarí con dos equipos de la NFL (Philadelphia Eagles en 1943 y Chicago Cardinals en 1944) en un convenio que trataba de mitigar los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Los años que prosiguieron, se fundamentaron en campañas donde la medianía se hizo presente, además de un proceso inequívoco en los proyectos de cada temporada.

El año de 1962 quedó marcado para la posteridad, debido a la presentación del logotipo que hasta la fecha representa a la institución, basado en la imagen del Instituto Americano del Acero y Hierro (AISI), en un movimiento comercial en el que la marca quedaría patentada, aunque por ocho años más el aspecto deportivo quedó marginado de algún éxito. El inicio de la temporada de 1969 representó la llegada del entrenador en jefe; Chuck Noll, con quien obtendrían la peor de las campañas al ganar un solo encuentro.

La proximidad del fracaso quedaría olvidado gracias a una cualidad que ostentaba el coach egresado de la Universidad de Dayton; la insigne capacidad de detectar talento juvenil, mismo que resultó en la aparición de Joe Greene en 1969, Terry Bradshaw y Mel Blount en 1970, Jack Ham en 1971, Franco Harris en 1972, así como de Mike Wesbter, Lynn Swann, John Stallworth y Jack Lambert en 1974.

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Todos ellos a la postre formaron parte del nuevo equipo acerero que entraría en disputa por la gloria en la década setentera. El caudal de movimientos en pos de la nueva cara institucional, se coronó con el cambio de conferencia a la naciente AFC, además de mudarse al estadio de los Tres ríos en 1971.

Un año más tarde, tras el inicio, desarrollo e inclusión a la postemporada por parte de la entidad acerera, se manifestaría el nacimiento de la revolución amarilla y negra con la mítica inmaculada recepción del corredor número 32, Franco Harris, contra los Raiders de Oakland, para terminar el sueño con la derrota en la final de conferencia contra los Delfines de Miami. El trabajo institucional y deportivo se vería recompensado para 1974, año que pasó a la historia por el camino recorrido en el torneo hasta sumar un record 10-3-1 y así posicionarse en la postemporada, etapa en la que eliminaron a Buffalo Bills y Raiders de Oakland para después derrotar a los Minnesota Vikings en el Súper Bowl IX celebrado en Nueva Orleans.

Bajo la tutela de la naciente dinastía conocida como la cortina de acero, en automático vendría otra temporada de coronación que significó el bicampeonato de manera consecutiva. Gracias al desarrollo de 12 – 2, además de las victorias en la postemporada de la AFC sobre Baltimore Colts y Oakland Raiders, para después vencer a los Cowboys Dallas en el Súper Tazón X de Miami.

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La estela triunfal se detendría por un lapso de dos temporadas, en las cuales la institución no dejó de participar en las instancias finales de su conferencia, siendo únicamente vencidos en la antesala del gran domingo. Derrotas antes los Raiders en 1976 y posteriormente contra Denver en 1977.  Con la misma base de profesionales, la hegemonía del bicampeón aurinegro se transportó de nuevo hacia los límites poco imaginables. Con el record de 14 – 2 y el acceso a las victorias en los encuentros finales contra Denver y Houston Oilers, el pasaporte fue inmediato hacia la edición XIII del tazón, enfrentamiento que originó la derrota de Dallas y el tercer título para Pittsburgh.

En el ocaso de la década de los setenta se plasmaría de nueva cuenta el poderío de una generación que estaba dispuesta a cerrar su recorrido profesional con un último triunfo, por lo que tras otro número de records batidos, entre los que destacan la mayor cantidad de yardas acumuladas, anotaciones por jugador y recepciones.

La postemporada marcó un paso arrollador sobre Miami y Houston, hasta enfilarse al juego decisivo contra Los Ángeles Rams en el Súper Bowl XIV. Tras la obtención del segundo bicampeonato de la NFL, la institución comandada por la familia Rooney, se encumbró como una de las franquicias con una absoluta autoridad histórica. Además de aportar inmemorialmente el concepto de cómo se ejecuta el juego defensivo como base principal para la cosecha de títulos. Es el legado de Pittsburg y su Cortina de Acero de la década de los setente.

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